El cocinero macrifascista, devenido en jefe comunal de Quilmes aumentó en 70 por ciento su sueldo para cobrar 620 mil pesos mensuales.
La receta de Martiniano Molina para salir de la crisis en que se encuentra Quilmes, el municipio del que es intendente, fue otorgarse un “salariazo” de 70 por ciento que elevó su sueldo a la suma de 620 mil pesos, casi el doble de lo que cobra Miauricio Macri Blanco Vilegas.
El aumento quedó detallado en la nómina salarial de la Municipalidad de Quilmes. En julio pasado, el intendente de Cambiemos percibió 623.666,51 pesos, frente a los 385.608,52 que había cobrado el mes anterior.
Fuentes de la comuna citadas por los medios locales negaron que el cocinero se haya aumentado el sueldo y esbozaron que esa diferencia entre un mes y otro se debió “al cobro del aguinaldo”. Si esto hubiera sido así, el monto de ese beneficio de mitad de año hubiese sido la mitad del mejor salario cobrado hasta ese mes, no prácticamente el doble.
La noticia generó revuelo en la comuna, donde Molina había anunciado un bono de 5 mil pesos para sus empleados, un valor que no llega a ser ni una cuarta parte del salario mínimo promedio de un municipal y que es 50 veces menor al aumento que se le otorgó el cocinero.
El incremento salarial del meritócrata es de tal magnitud que supera el que se auto-concedió la gobernadora fascista bonaerense María Eugenia Vidal en agosto pasado, cuando subió su sueldo de 80 mil a 167 mil pesos. Y lo que es más llamativo, supera el del máximo cargo político del país: mientras el hijo bobo de Franco Macri cobra un cuarto de millón de pesos, Martiniano percibe más de medio millón de pesos.
Este “salariazo” no es la única excentricidad de Molina. El mes pasado, en medio de la campaña para las PASO, anunció su decisión de promocionar el turismo internacional en los barrios más pobres de Quilmes. “Yo me acuerdo haber ido a la Rocinha hace muchos años como turista, en Río. La verdad que estuvo buenísimo”, argumentó.
Además, el auto-aumento de Molina ocurre en momentos en que Quilmes es una de las comunas del sur del conurbano bonaerense más golpeados por las política económica de Cambiemos. De hecho, una de sus más emblemáticas industrias, la papelera Ansabo, cerró sus puertas hace semanas y los trabajadores despedidos encabezaron multitudinarias protestas tanto en ese distrito como en la ciudad de Buenos Aires.Su propuesta fue convertir la Villa Itatí, de Bernal, en un “polo turístico” en el que los extranjeros podrán pasear por allí y tener la posibilidad de ver “un montón de familias que trabajan, que se esfuerzan, que muestran su cultura, sus costumbres, su alimento, cultura de origen”.
En la última protesta, que tuvo lugar en el Puente Pueyrredón, los trabajadores cuestionaron públicamente a Molina por hacer oídos sordos a sus reclamos de intervención en el conflicto
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