Alejandro Werner, Director del Departamento del Hemisferio Occidental del FMI dio a conocer la Actualización de las Perspectivas Económicas para América Latina y el Caribe. Alerta por una menor confianza por la incertidumbre política en Brasil y México. En Argentina y por las elecciones el Fondo teme que "podrian reducir el apetito de reforma".
El FMI prevé que la región crezca 2 % en 2019 y 2,5% en 2020, tasas muy inferiores a las de sus pares de otras regiones. Para Brasil proyecta que el crecimiento supere el 2% en 2019-20. En Venezuela el Fondo estima que continuara cayendo el PBI y consigna que ya acumula un descenso desde 2013 en más del 50%
“La inflación y las expectativas de inflación se encuentran en una tendencia descendente desde octubre, y todo indica que seguirían disminuyendo lentamente en 2019”. Esto permitiría una reducción gradual de la tasa de interés que, combinada con un aumento del salario real y de las exportaciones, generaría “una recuperación de la actividad económica a partir del segundo trimestre de 2019". Así lo señaló Alejandro Werner, director del Departamento del Hemisferio Occidental del FMI, en un escrito en el blog “Diálogo a Fondo” dado a conocer ayer.
En este escrito el Fondo ratificó su estimación de una caída de 1,7% para el Producto Bruto Interno argentino en el año en curso, aunque espera una expansión de 2,7% para el 2020.
Werner reseñó que la economía argentina entró en recesión en 2018. Una sequía severa redujo significativamente el producto y las exportaciones agrícolas, y la importante depreciación del peso registrada a mediados de 2018 impulsó la inflación, lo que afectó el ingreso disponible y la confianza de los inversionistas.
Sin embargo, consideró que
“el plan de estabilización del gobierno, basado en políticas monetarias y fiscales revisadas y fortalecidas, ayudó a atenuar las turbulencias financieras y estabilizar el tipo de cambio”.
Desde el punto de vista regional, el FMI considera que la actividad económica en América Latina sigue en aumento, pero a un ritmo más lento que el que se anticipara originalmente.
El debilitamiento de la economía mundial y el aumento de la incertidumbre política contribuyen a que se esté moderando el impulso del crecimiento en América Latina. A nivel general, el Fondo prevé que la región crezca 2 % en 2019 y 2,5% en 2020, tasas muy inferiores a las de sus pares de otras regiones.
Entre las razones que explican la desaceleración en el crecimiento de la región, el FMI señala el endurecimiento de las condiciones financieras mundiales y la caída de precios de las materias primas que generaron las tensiones comerciales entre Estados Unidos y China.
Además, la política monetaria se contrajo en algunas economías, a fin de contener las presiones inflacionarias relacionadas en parte con la depreciación de la moneda, atenuando aún más el crecimiento.
En términos de política fiscal, aproximadamente la mitad de las economías de la región redujeron sus déficits primarios como porcentaje del PIB en 2018. Sin embargo, el Fondo evalúa que “esto no fue suficiente para ubicar la deuda pública en una trayectoria descendente, con la excepción de Argentina”.
Incertidumbre política
El FMI advierte un aumento de la incertidumbre política en la región. Por caso,
“en Brasil, la fragmentación del Congreso podría crear obstáculos para la ejecución del ambicioso programa de reforma estructural, consolidación fiscal y reforma de las pensiones”. Y alerta que
“de continuar, la incertidumbre política podría desalentar las inversiones en el futuro y socavar las perspectivas de crecimiento de la región”.
Para el FMI también existen varios riesgos mundiales que podrían afectar en mayor medida las perspectivas de América Latina y el Caribe. Por ejemplo, un aumento de las tensiones comerciales entre China y Estados Unidos, o una desaceleración en algunas economías importantes, podrían determinar un menor crecimiento del comercio en la región.
El área, a su vez, se vería perjudicada si las condiciones financieras mundiales se endurecen más, lo que incluye aumentos repentinos de la volatilidad financiera mundial, un incremento de las tasas de interés de Estados Unidos y una apreciación del dólar.
Además, afirma Werner, un incremento de la volatilidad en los mercados mundiales podría generar una reducción de los flujos de capitales hacia la región, lo que podría afectar el potencial de inversiones.
Entre los riesgos internos Werner menciona “una menor confianza por la incertidumbre política en Brasil y México, así como la incertidumbre relacionada con las elecciones en Argentina”. Específicamente, señala que “en Argentina, las elecciones generales que se realizarán en 2019 podrían reducir el apetito de reforma”.
Ante este contexto, el Fondo recomienda que la reducción de la deuda y del déficit siga adelante en varios países, a fin de garantizar la sostenibilidad de la deuda. Esas políticas -afirma- minimizarían los efectos adversos sobre la actividad económica y la pobreza, por ejemplo, mediante la protección de la inversión en infraestructura y del gasto social bien focalizado, sin dejar de recortar el gasto no prioritario.
Además, Werner entiende necesario que la política monetaria gestione la disyuntiva entre respaldar el crecimiento y mantener las expectativas de inflación bien ancladas en un contexto de depreciación de la moneda y de volatilidad de precios de las materias primas. A su juicio, “mantener la flexibilidad del tipo de cambio es fundamental para resistir los shocks”.
En lo que concierne al principal socio comercial de la Argentina, es decir Brasil, el Fondo proyecta que el crecimiento supere el 2 por ciento en 2019-20 por primera vez desde 2013.
“El programa de reforma favorable a los mercados del nuevo gobierno ayudó a impulsar la confianza de las empresas y a mejorar las perspectivas de crecimiento a corto plazo. Las prioridades clave en términos de políticas son la reforma de las pensiones y la reducción del déficit presupuestario, a fin de garantizar la sostenibilidad de la deuda pública”, sostiene Werner.
En cambio, respecto de Venezuela señala que continúa la crisis económica y humanitaria. Se proyecta que el PIB real caiga más en 2019, acumulando un descenso desde 2013 en más del 50 % (causada por el desplome de la producción de petróleo y el deterioro de las condiciones del sector no petrolero). También se proyecta que la hiperinflación y la emigración se intensifiquen en 2019. La evolución de los acontecimientos políticos agrega otro nivel de incertidumbre a las perspectivas del país.