jueves, 24 de enero de 2019

En el caso de la pasajera baleada en un micro, los peritajes confirmaron que el tiro por la nuca fue una bala policial

El peritaje balístico confirmó que la muerte de la pasajera durante el asalto al micro en el que viajaba provino de la pistola del policía de la Ciudad, demostrando lo peligrosa que resulta la doctrina Bullrich.


El peritaje balístico confirmó que fue un policía de la Ciudad el que disparó y mató a Sandra Rivas en un micro, en Esteban Echeverría. Dos ladrones subieron a la unidad de La Costera y empezaron a despojar a los pasajeros. 

La escena era dura como la de cualquier robo, pero se volvió dramática cuando el uniformado, de 19 años, gritó “¡alto policía!”. El efectivo empezó a disparar y mató a Rivas, una de las pasajeras. 

Durante la medida pericial realizada el martes y controlada por el fiscal Andrés Devoto, se comprobó que los cuatro disparos salieron todos de la pistola 9 milímetros del efectivo, evidenciando el impacto de la doctrina Bullrich. La beoda ministra de Seguridad endiosó lo hecho por el policía Luis Chocobar quien le disparó por la espalda a un ladrón que huía y ya no representaba ningún peligro. Absorbiendo ese mensaje, el policía de la Ciudad, que sólo tenía 16 días de egresado, disparó dentro de un micro lleno de gente, matando a una pasajera e hiriendo a un camionero que viajaba en el asiento de adelante. Por ahora no apareció ni un proyectil ni bala disparada por los ladrones, de manera que empieza a descartarse que hayan abierto fuego. 

La conclusión inicial de que la muerte de Rivas fue producto de un disparo del policía y no de los ladrones surgió del peritaje planimétrico, hecho incluso con tecnología laser. El uniformado venía en los últimos asientos, los ladrones estaban en la parte de adelante del micro y se demostró que los tiros que costaron la vida de Sandra y la herida de un camionero provinieron de atrás. Además, las cuatro vainas servidas quedaron en el asiento inmediatamente anterior al lugar donde viajaba el policía que dió la voz de alto.

En la balística que se concretó antes de ayer se determinó que en total hubo cuatro disparos y que todos salieron del arma reglamentaria del policía. Los proyectiles de alto impacto pegaron en Rivas, en un pasajero ubicado también adelante, en los dos ladrones y en todos los casos traspasaron los cuerpos, por lo que algún proyectil pasó por la luneta delantera, una bala pegó en la parte de adelante y quedó en la escalerita de acceso al micro y la bala que mató a Rivas tuvo una trayectoria insólita: atravesó el respaldo alto del asiento en el que iba Sandra, luego entró por su nuca, salió por al lado de su nariz, posiblemente ya sin fuerza chocó contra el asiento de adelante y cayó en un bolso que llevaba la hija. La situación fue tan insólita que la joven no advirtió la existencia del proyectil, sino que al día siguiente, vaciando el bolso, lo encontró y se lo entregó al fiscal Devoto. Tanto Rivas como su hija, ambas trabajadoras de extracción humilde, iban a pasar fin de año con familiares cuando se desató la tragedia.

Después del grito de “¡alto policía!” -contraindicado en un micro repleto de gente-, todos buscaron resguardo, de manera que los testimonios de los pasajeros reflejaron ese caos y hubo versiones encontradas. No faltó el que dijo que los ladrones dispararon, sobre todo porque vieron la sangre en la cara de Sandra. 

Sin embargo, lo que se verificó en la autopsia es que el disparo a la pasajera no fue en la cara sino que entró por atrás. A partir de ese dato, el fiscal Devoto reconstruyó toda la escena. Es más, hubo una pasajera joven que empezó a gritar “no me quiero morir, no me quiero morir”, poniéndole más dramatismo a la situación. Esa misma pasajera dijo que Sandra la cubrió y que por eso recibió el disparo. La testigo creyó que eso fue lo que ocurrió porque no percibió que el disparo vino de atrás, del policía.

El efectivo, de 19 años, egresó de la academia de la Policía de la Ciudad el 11 de diciembre y los disparos en el micro fueron el 27 de diciembre. Es decir que llevaba 16 días de egresado. Durante todo su tiempo de formación escuchó que estaba bien usar el arma en cualquier oportunidad, porque ese fue el mensaje del caso Chocobar. 

Lo mismo ocurrió cuando Bullrich Luro Pueyrredón dijo que “el que quiera armarse, que se arme”; cuando la ex montonera entregadora compañeros defendió a los prefectos que mataron por la espalda a Rafael Nahuel y cuando entraron a perseguir -sin orden judicial- a la comunidad mapuche produciendo la muerte de Santiago Maldonado. 

En lugar de sumarse a la tendencia internacional en la formación de policías que busca reducir el uso de armas todo lo posible para preservar la vida de transeúntes y personas que no tienen nada que ver, Bullrich Luro Pueyrredón y la administración Macri Blanco Villegas impulsan todo lo contrario. Y no lo hacen por una supuesta preocupación por la inseguridad, sino por motivos electorales. La debacle económica los lleva a poner la inseguridad en el centro de su discurso proselitista.

En el asiento de al lado del policía de la Ciudad viajaba una integrante de la Bonaerense. No se conocían entre sí y ninguno de los dos vestía uniforme, de manera que no sabían que el otro era policía. La mujer de la Bonaerense mantuvo la calma y no disparó. Eso también quedó probado en la pericia balística ya que se determinó que todos los proyectiles fueron marca FLB, las cargadas por el joven efectivo de la Ciudad, y no CBC, que era la marca de los proyectiles que había en el cargador de la mujer policía. El dato es que cuando uno de los ladrones bajó del micro y empezó a huir, la uniformada lo corrió, no lo pudo alcanzar, pero pidió refuerzos, por lo que el delincuente terminó detenido, sin disparar un tiro, por los efectivos que vinieron en un patrullero. 

La doctrina Bullrich provocó la muerte de un ser humano cuando lo que se intentó fue preservar bienes materiales. O sea que el daño de la intervención policial fue superior al daño que se quería evitar. Pero el segundo gran afectado fue el propio policía. El fiscal Devoto lo imputa ahora por homicidio, lo que no sólo lo lleva a afrontar una condena penal grave sino también una prolongada inhabilitación.

Fuente: nota de Raúl Kollmann para Página/12

No hay comentarios.:

Publicar un comentario