sábado, 26 de enero de 2019

López Obrador ofrece a Maduro y Guaidó que negocien en México

Lo hizo luego de que Maduro aceptó la propuesta de diálogo, aunque aclaró que es necesario que haya una "petición de las partes". Es decir, que también acepte la oposición.


El presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, ratificó ayer la voluntad de su gobierno de liderar una mediación entre el régimen de Nicolás Maduro y la oposición venezolana, que frene la crisis política que vive el país caribeño y aleje la posibilidad de un desenlace violento, aunque advirtió que esto sólo es posible si ambas partes solicitan esa intervención. "No vamos a ser oficiosos", destacó.

El mexicano respondió así las declaraciones del jueves de Maduro, cuando ante la Corte Suprema de Venezuela anunció que aceptaría la propuesta de México y Uruguay para encontrar una solución pacífica en un proceso de negociación que ponga fin a un conflicto que ha escalado internacionalmente, luego de que el opositor Juan Guaidó, presidente de la Asamblea Nacional, se proclamara "presidente encargado" y fuera reconocido en ese rol por Estados Unidos, Argentina, Brasil y otra decena de países de la región.

Si no fue un paso previamente acordado se pareció bastante. Veamos la cronología: Guaidó se proclama presidente y de inmediato lo reconocen Estados Unidos y atrás los presidentes de la región más alineados con Trump, con Bolsonaro y Macri a la cabeza. Luego México y Uruguay sacan el comunicado conjunto pidiendo abrir la vía del diálogo, el jueves Maduro lo acepta y ayer López Obrador pide que se sume la oposición venezolana. Se parece bastante a una jugada diplomática de alto nivel, que busca reposicionar a México como el gran árbitro entre la zona caribeña y Estados Unidos, un rol que tuvo históricamente.

Pero no está sólo en ese juego. La embestida de los republicanos provocó una furibunda reacción de Rusia que advirtió a Estados Unidos que si avanza en la búsqueda de una "solución militar" para Venezuela provocará un "baño de sangre". Con palabras más diplomáticas, China también respaldó a Maduro. Ambas potencias son en la actualidad el soporte financiero y militar del gobierno venezolano y controlan su petróleo. Además, se han expandido en toda la región -sobre todo China-.

Llamado a ese juego durante su rueda de prensa en la mañana de ayer, López Obrador señaló que se encuentra a favor de la resolución de la situación en Venezuela a través del diálogo y ofreció la mediación de la Secretaría de Relaciones Exteriores que encabeza Marcelo Ebrard. "Sí podríamos hacerlo, pero no podríamos llevarlo a cabo si no hay la petición de las partes. No vamos a ser oficiosos. Estamos en la mejor disposición de que haya diálogo sin el uso de la violencia", señaló.

Como lo hizo durante toda la semana, el presidente de México aludió nuevamente a los principios constitucionales de no intervención internacional y partiendo de ahí, reiteró que México no tomará partido, pero sí se encuentra abierto para buscar la solución pacífica. "Tiene instrucciones Marcelo Ebrard para apoyar en la mayoría de nuestras posibilidades sin la injerencia en el conflicto. Esto tiene que ver con una tradición histórica", aseguró.

La mención a Ebrard no es casual. El canciller fue el primero en advertir que correr a México del lugar de seguidismo de la política exterior de Estados Unidos, ofrecía a la presidencia de AMLO un interesante rol internacional. En noviembre pasado, Ebrard vio en la irrupción de Bolsonazi una oportunidad para ubicar a López Obrador como el fiel de la balanza entre el militar brasileño y Maduro. Es decir, una manera elegante de expropiarle a Estados Unidos parte de su rol de árbitro en la región.

"Si en el pasado México pudo convivir con la tensión entre Estados Unidos y Cuba, podemos lidiar con Bolsonaro y Maduro. Por eso no debemos cerrar el canal de conversación con Venezuela", habían anticipado entonces allegados al canciller.

Acaso abonando esa idea de que México recupere el brillo diplomático de antes, al ser abordado sobre si estaría a favor de que las mesas de diálogo ocurrieran en suelo mexicano, López Obrador afirmó este viernes que el país tiene las puertas abiertas para que la oposición y el gobierno de Venezuela busque soluciones pacíficas en su país siempre y cuando ambas partes lo soliciten.

Bien mirada, esa frase implica una presión directa a Guaidó, que hasta ahora no ha manifestado voluntad de abrir una negociación con el chavismo y como gesto de diálogo se limito a anunciar que si llega a tomar el poder analizaría indultar a Maduro. La idea de la negociación cuanta acaso también con un guiño del Papa Francisco, que el jueves mismo durante su visita a Panamá, prefirió no hacer referencia al conflicto pero mandó a su vocero, Alessandro Gisotti, a aclarar que el Pontífice apoya "todos los esfuerzos para ahorrar sufrimientos a los venezolanos".

A través de un escueto comunicado, Gisotti aseguró que Francisco "sigue con cercanía el desarrollo de la situación y reza por las víctimas y por todos los venezolanos". El Papa argentino siempre se negó a condenar al gobierno de Maduro y cada vez que habló del tema convocó a buscar una salida por la vía del diálogo, al igual que ahora hace López Obrador, que como se sabe tiene un muy buen diálogo con el Pontífice. No sería extraño que la diplomacia vaticana también aliente la salida que visibilizan México y Uruguay.

La crisis política en Venezuela se agudizó el pasado 10 de enero, cuando Maduro inició un segundo mandato que la oposición y gran parte de la comunidad internacional no reconocen, al considerar que es fruto de un proceso fraudulento. La Asamblea Nacional aprobó cinco días después una resolución en la que define a Maduro como un "usurpador" del cargo y se arroga el Poder Ejecutivo, pero hasta ahora no había designado expresamente a Guaidó como presidente.

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