El laboratorio Richmond firmó un memorándum con el Fondo de Inversión Directa de Rusia y comenzará un proceso que podría demorar entre 18 y 24 meses para tener las primeras dosis fabricadas en el país.
El Laboratorio Richmond de la Argentina informó ayer que, en Moscú, se suscribió un Memorándum de Entendimiento con el Fondo Ruso de Inversión Directa (DRIF) para que se fabrique en el país la vacuna Sputnik V.
La producción se hará en el marco de una asociación con Hetero Labs Limited de India y por eso Richmond hizo el anuncio oficial con una carta a Bolsas y Mercados, que es una nueva bolsa en la que cotizan las principales empresas del país.
El desarrollo debería garantizar, a mediano plazo, una provisión fluida de la vacuna creada por el Instituto Gamaleya, porque la transferencia de tecnología tarda y no es sencilla. En Brasil, Gamaleya se asoció con la farmacéutica Unión Química, pero las primeras dosis recién estarán en abril y los trabajos empezaron hace medio año. Más difícil todavía lo va a tener Richmond, que no tiene planta en la Argentina, de manera que tendrá que construir una, aparentemente en Pilar.
En el corto plazo el Gobierno está esperando la señal de largada para la llegada al país de un enorme cargamento de Sputnik V. Se mencionan más de 1.000.000 dosis . La expectativa es que las vacunas arriben al país a principios de la próxima semana.
La Argentina ya recibió 2.704.000 dosis de tres vacunas, Sputnik V, Oxford/AstraZéneca y Sinopharm. Pero las necesidades son mucho mayores y por eso hay expectativa con la llegada de una nueva partida de gran envergadura.
El camino hacia la fabricación de la Sputnik V en Argentina
El anuncio hecho por el Laboratorio Richmond redondea las negociaciones que se vienen llevando adelante en Moscú desde hace meses. Nadie sabe todavía si la vacuna contra la Covid-19 deberá repetirse cada año porque todavía no está claro cuándo dejan de ser efectivos los anticuerpos creados por las dosis.
Sucede que el virus es muy nuevo y, obviamente, nadie pudo nunca experimentar si los anticuerpos siguen siendo efectivos un año o dos después de aplicadas las dosis. De manera que la provisión de vacunas continuará siendo un desafío. A esto se agrega la cuestión de las variantes: hay mutaciones casi permanentes del virus, por lo que es posible que haya que enfrentar distintas variantes o cepas como se le dice incorrectamente. El ejemplo más a mano es el de la vacuna de la gripe, que hay que aplicar anulamente justamente por las mutaciones del virus.
La versión es que el Laboratorio Richmond producirá la Sputnik V en una planta que construirá en Pilar. El desarrollo tardará, como en Brasil, muchos meses: se habla de más de un año.
Para que se tenga una dimensión de lo que se demora, pero que en términos históricos es una velocidad asombrosa, la fabricación de la vacuna de Oxford/AstraZéneca empezó antes de su aprobación, y en junio pasado ya empezaron los diálogos entre AstraZeneca y el laboratorio argentino mAbxience, de Hugo Sigman. La provisión de las primeras dosis estará disponible en abril, o sea diez meses.
Quienes conocen toda la mécanica cuentan que la transferencia de la tecnología tarda, que las pruebas de laboratorio llevan su tiempo y que la fabricación del envase también es un proceso engorroso. Lo mismo está ocurriendo con la transferencia de tecnología de la Sputnik V. El Instituto Gamaleya y el Fondo Ruso de Inversión directa acordaron con el mayor productor de vacunas del mundo, India, pero todo se está demorando por cuestiones de tests de calidad.
Por Raúl Kollmann para Página/12