El sector se achicó un 30 por ciento en cuatro años. La importación de ropa subió de 10 a 23 toneladas y los precios no bajaron.
La industria textil es una de las grandes perdedoras del programa económico de la alianza de derecha Cambiemos.
La producción de manufacturas textiles cayó 30 por ciento en cuatro años y se perdieron casi 36 mil empleos. Las importaciones de prendas terminadas se dispararon 123,5 por ciento, mientras que los insumos de tejidos e hilados para la producción local cayeron 8,8 por ciento.
Pese a la apertura importadora, las prendas de vestir y calzados aumentaron 86,3 por ciento en los últimos 18 meses. Así se desprende de un informe del Consejo Productivo Nacional, una entidad que reúne empresarios, industriales e investigadores.
“La industria textil carga con una cruz de que por haber estado protegida, en Argentina la ropa es más cara que en otros países. Entonces abrieron la importación, destruyeron la industria, pero los precios subieron igual, por lo que tampoco se vieron beneficiados los consumidores”, explicó Damián Regalini, empresario textil y miembro del Consejo.
Solo en los últimos tres años se dispararon las importaciones de productos textiles. Las de prendas de vestir pasaron de 10,3 toneladas en 2015 a 22,9 toneladas en 2018, lo que significó un 123,5 por ciento de aumento. Las de confecciones para el hogar pasaron de 9,5 toneladas en 2015 a 16,3 en 2018, una suba del 71,4 por ciento. Mientras tanto, los insumos industriales para la fabricación nacional registraron caídas. Entre 2015 y 2018, la materia prima de hilados, tejidos planos y de punto bajó 8,8 por ciento, explicado por la baja en la producción.
“La suba de las importaciones no pudo frenar los aumentos en el precio de la ropa, como prometió el gobierno. En solo 18 meses, las prendas de vestir y calzados se encarecieron 86,3 por ciento”, establece el informe del Consejo Productivo Nacional, elaborado en base a datos del INDEC. Regalini explicó que con el informe buscan cuestionar el mito de que la ropa en Argentina es cara por tratarse de un sector protegido con altos aranceles para la importación. “Economistas liberales y cercanos al Gobierno decían que los industriales abusaban de la gente y salían a cazar en el zoológico. Lo cual era mentira porque en 2015 el 50 por ciento de la ropa que se vendía era importada. Entonces abrieron las importaciones, y de esa forma destruyeron la industria, pero los precios subieron igual”, se quejó el dirigente empresario, quien también es miembro de la Fundación Protejer.
Además, dijo que los aumentos de las prendas no dependen del lugar de fabricación. Según Protejer, en la composición del precio de venta al público de una remera fabricada en el país, el 8,5 por ciento corresponde a los costos industriales. Todo lo demás pertenece a impuestos (50,3), alquiler (12,7), financiamiento bancario (12,2), logística (9), rentabilidad (4,8) y publicidad (2,5). En la composición del precio de una remera importada, todos los valores son iguales, salvo que no está el 8,5 por ciento perteneciente a la industria. Sin embargo, el costo de la importación agrega un 5 por ciento y la ganancia extra del importador, un 3,5 por ciento. Por lo que el informe concluye: “El consumidor paga el mismo precio en ambos casos. El único que se beneficia es el importador con una ganancia extraordinaria. Y la producción nacional genera puestos de trabajo, agrega valor a la economía y el país no pierde dólares en importar”.
Números en rojo
Damián Regalini |
La producción del sector textil cayó casi un 30 por ciento durante los últimos 4 años. La de prendas de vestir, cuero y calzados bajó 26,1 por ciento, mientras que los productos textiles que además pueden utilizarse en la industria automotriz bajaron 29,5 por ciento. El promedio de uso de la capacidad instalada de la industria en lo que va del año es de 49,1 por ciento. Es decir que 5 de cada 10 máquinas en la industria están apagadas por falta de trabajo. En 2016, el uso de la capacidad instalada era del 68 por ciento.
En lo que se refiere al empleo textil, se perdieron 35.979 puestos de trabajo entre el último trimestre de 2015 y el último trimestre de 2018. Esto significó una baja del 21,9 por ciento en empleos registrados, siendo la industria textil la más perjudicada.
Según fuentes del sector, la caída en la producción y la pérdida de empleo no se deben sólo a la apertura importadora, sino a un desplome en el consumo por la caída en el poder adquisitivo de los consumidores. Para reactivar el sector, Regalini opinó que hace falta un “shock de demanda” y una “baja en los costos” de las empresas a través de una mejora en el acceso al crédito.
Fuente: nota de Florencia Barragán para Página/12
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