Después de haber demonizado al cepo cuando era opositor, el ex hijastro de Flavia Palmiero venía analizando medidas de control de cambios desde la derrota en las PASO y la posterior corrida cambiaria. Las postergó hasta que ya no tuvo opciones, dicen en la Rosada.
Miauricio Macri Blanco Villegas venía meditando las medidas de control de cambios desde la derrota que sufrió en las PASO y la posterior corrida cambiaria. Las postergó hasta que ya no tuvo más remedio, según relatan integrantes de la Rosada.
El retrasado mental no requirió de reuniones de emergencia en el fin de semana, porque ya estaba todo hablado previamente. La salida de reservas de la última semana lo terminó de convencer de que no quedaba otra que volver a restringir la compra de dólares, algo que cuestionó en su llegada al poder y fue una de sus banderas. En la Rosada ya delinean un discurso para responder a esa contradicción: dirán que, a diferencia de con el kirchnerismo, esta medida afecta básicamente a las empresas.
Cuando lograron recuperarse del "palazo" de las elecciones primarias, desde el equipo económico del macrifascismo -y especialmente tras la salida de Nicolás Dujovne- empezaron a barajar la posibilidad de disponer algún tipo de control de cambios. En sus primeras versiones era mucho más laxo respecto de lo que finalmente se anunció (por ejemplo, se hablaba de un techo de 50 mil dólares y no de 10 mil mensuales). Pero la idea rondaba. "Siempre estuvo en el paquete post PASO. Lo que lo detonó es cómo reaccionaron los mercados", indicaban en la Rosada. El tema fue materia de discusión en varias reuniones entre el subnormal y el jefe de Gabinete, Marcos Peña Braun Menéndez, en los últimos 15 días. Lógicamente, también intervinieron el nuevo ministro de Hacienda, Hernán Lacunza, y el presidente del Banco Central, Guido Sandleris.
Macri Blanco Villegas siempre se mostró reacio a tomar esa medida, aún cuando la situación de las reservas y la corrida cambiaria iban mostrando cada vez una fasceta más preocupante. Fue la salida masiva del viernes lo que terminó de despabilar al idiota confeso. "Era inevitabe para evitar la fuga, frenar la caída de reservas y buscar estabilizar", indicaban en uno de los ministerios que sigue el devenir político. Y quedó en claro en más de una reunión de gabinete: sin algún tipo de estabilidad económica, para el oficialismo no hay campaña posible hacia octubre.
¿Hubo detractores de la medida? En el "mejor equipo de los últimos ciencuenta años" juran que no. No obstante, la decisión choca de frente contra el discurso que sostuvo el macrifascismo en los últimos cuatro años, y sobre todo cuando era oposición del anterior gobierno.
Sin ir más lejos, el ex secretario de Política Económica Miguel "Mike" Braun tuiteó hace días: "Cuando una familia argentina decide comprar dólares para proteger sus ahorros, se contabiliza como 'fuga de capitales'. Nosotros creemos que los argentinos tienen que decidir libremente cómo ahorrar. Al kirchnerismo le gusta el cepo".
Ya hay, por supuesto, un discurso para diferenciarse de las medidas de control de cambios del gobierno previo, pese a que claramente la decisión rompe con un discurso que se vanagloriaba de haber "salido del cepo" y permitir la compra irrestricta de dólares.
El discurso será más o menos así: "Lo que resolvimos está más enfocado en las empresas y las exportadoras. Son 600 mil pesos por mes que puede comprar la gente. Es el 95 por ciento de la Argentina que queda fuera de los controles", ensayaban. También destacaban que no hay ningún tipo de restricción para el retiro de depósitos y que, incluso, se extendió el horario de los bancos para dar mayor seguridad a los ahorristas. Habrá que ver si la población lo entiende así.
Fuente: nota de Werner Portot para Página/12
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