Tras la decisión de los prelados, falta que Francisco decida el futuro de cada uno en el marco del escándalo que sacude a la Iglesia de Chile.
Los 34 obispos chilenos que visitaron al papa Francisco en el Vaticano, convocados por los casos de abuso sexual y encubrimiento en la Iglesia Católica local pusieron sus renuncias a disposición para que el pontífice "libremente decida".
La noticia la anunció ayer el vocero de la Conferencia Episcopal de Chile, Fernando Ramos, quien pidió "perdón a las víctimas por el dolor causado" al tiempo que aseguró que tomaron la decisión "después de tres días de encuentros con el Santo Padre y de muchas horas dedicadas a la meditación y a la oración siguiendo sus indicaciones".
Tras la decisión, los prelados explicaron que "en las siguientes semanas (el Papa) podrá decidir si acepta o rechaza" las renuncias.
Las reuniones en un salón del Aula Pablo VI del Vaticano se dieron en el marco del reciente cambio de postura de Francisco sobre las acusaciones de encubrimiento que pesan contra el obispo de Osorno, Juan Barros, acusado de haber escondido los ataques sexuales del párroco Fernando Karadima a tres seminaristas.
De los obispos, los más comprometidos y sobre los que el pontífice aceptaría de inmediato la dimisión son el propio Barros y otros dos religiosos considerados del círculo íntimo de Karadima: los obispos Horacio Valenzuela, de Talca, y Tomislov Koljatic, de Linares.
La presentación de las renuncias en masa "implica que mientras el Santo Padre no tome una determinación cada uno de los obispos miembros de la Conferencia Episcopal de Chile continúa en sus trabajos pastorales y en plenas funciones", agregaron los 31 obispos en funciones y tres eméritos en una nota que leyeron hoy en el Vaticano.
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