Una de las pocas empresas argentinas de nivel mundial registró pérdidas por $ 6.200 millones y deberá reestructurar sus pasivos en dólares.
La crisis económica argentina se está llevando puestas a las principales firmas del país, en un hecho pocas veces visto. La altísima tasa de interés y la mega devaluación de los últimos meses, golpeó de lleno a la multinacional argentina Arcor, que se encuentra muy cerca de iniciar un proceso de reestructuración de sus pasivos.
De acuerdo a sus estados financieros al 30 de septiembre de este año, la firma registraba una pérdida de $ 6.247 millones, cuando doce meses atrás mantenía una ganancia superior a los $ 1.000 millones.
Como muchas otras empresas del sector, Arcor se vio perjudicada por la caída de las ventas de los artículos de consumo masivo, que intensifica el traslado a segundas y terceras marcas. Estas no logran compensar el costo que implica mantener una primera marca, que entre otras cosas, requiere gastos por presencia de marca en góndola, repositores, inversión publicitaria, costos de distribución y una intensidad promocional para poder competir que reduce los márgenes de ganancia.
Pero sin duda el impacto más relevante vino por una espiralización inédita de sus gastos financieros que pasaron de $ 2.000 millones en 2017 a más de $ 13.000 millones este año, producto del efecto devaluación sobre su deuda en dólares.
"Tienen un volumen muy alto de Obligaciones Negociables (ON) en dólares. Normalmente las empresas las van renovando, pero como se cerró el mercado de capitales en dólares y el financiamiento en pesos tiene tasas inviables, no tienen otra salida que ir hacia una reestructuración. Es un default elegante, pero no tienen otra alternativa. Claramente vendiendo galletitas no podés cubrir un agujero de $6.200 millones", aseguró el analista de mercados Francisco Uriburu.
El caso pegó fuerte en el mercado porque se trata de una compañía históricamente bien manejada, de gran prestigio y conocida por no haberse involucrado con ningún gobierno en algún hecho de corrupción.
A diferencia de otras grandes firmas locales, es una de las pocas que tuvo éxito en su estrategia de globalización, con plantas industriales modelo en México, Chile, Perú y Brasil. "Un país trasciende a través de las empresas que pueden traspasar sus fronteras. Siempre observo a Brasil, a Chile, a México, a ver cuántas empresas tienen fuera de sus países, y uno mira a la Argentina y lamentablemente tenía más empresas cincuenta años atrás. Hubo un fracaso del empresariado y muchos optaron por hacer caja con sus empresas", había declarado el titular de la firma Luis Pagani hace algunos meses.
A pesar de ello, el 72,9% de sus ventas son en Argentina, con el 41% producto de golosinas y chocolates y un 27,7% en galletas, lo que la hace muy dependiente de los vaivenes económicos locales.
Pagani apoyó al régimen fascista de Mugrizio Macri Blanco Villegas desde un principio y no solamente con palabras. En 2016, tomó 300 millones de dólares de deuda para realizar importantes inversiones, hecho que a la luz de los acontecimientos le terminó jugando en contra. Ya a mediados de este año, luego de desatada la crisis cambiaria, el empresario lanzó duras críticas a la gestión del retrasado mental, al afirmar que "no tienen plan económico" y que "tuvieron un diagnóstico equivocado desde el inicio de su gestión".
En el mercado estiman que Arcor optará por una reestructuración de su pasivo a través de un mecanismo denominado APE (Acuerdo Preventivo Extrajudicial), que fue el utilizado recientemente por Enrique Pescarmona para salvar a IMPSA de la quiebra. En rigor, la propia Arcor ya realizó una operatoria similar luego de la crisis del 2001, donde refinanció todos sus préstamos bancarios por 184 millones dólares y 34 millones de pesos, los cuales terminó de pagar en el año 2008.
"Esto es sólo un botón de muestra de lo que está pasando en el país. Se están cayendo todas las empresas y pronto vendrán más convocatorias", advirtió Uriburu.
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