Los asalariados del sector privado fueron los más perjudicados y se ubican en niveles inferiores a los del año 2014.
El 2018 va a quedar en la historia como uno de los peores años en el mercado de trabajo desde la crisis del 2001, tanto por la pérdida de puestos laborales como por la impresionante caída del salario real.
Esto se terminó de confirmar esta tarde, cuando la Secretaría de Trabajo publicó las últimas cifras de dicho período, que arrojaron una destrucción de 191.300 vacantes y un retroceso salarial del 13,61%.
Según los especialistas, por cada puesto de trabajo registrado que se destruye, el empleo formal pierde un promedio de dos vacantes. Por lo tanto, se podría estimar que la crisis ya se llevó más de 600.000 vacantes en lo que va del año, sin contar el impacto en los miles de jóvenes que se incorporaron al mercado laboral este año sin poder encontrar un trabajo.
Es que mientras la tasa de incorporación a la población económicamente activa se calcula en el 1,1% -porcentaje mínimo que debería avanzar la creación de trabajo para mantener el desempleo estable-, la cantidad de trabajadores formales retrocedió un 1,5% de forma interanual.
Para colmo, los peores indicadores se evidenciaron en el sector de asalariados del sector privado, justamente el rubro al que más importancia le daba el régimen macrifascista, al vincularlo -muletilla del ex hijastro de Flavia Palmiero mediante- con el "empleo de calidad", en desmedro de los estatales.
La cantidad de asalariados privados no solamente se redujo en 130.800 vacantes, sino que incluso se encuentra por debajo del nivel registrado en 2014. Las caídas más sustanciales del año se observan en la industria, comercio y construcción -las ramas con mayor participación en el empleo total- con un desplome de 61.000, 36.300 y 13.600 puestos, respectivamente.
Por el contrario, el agro, la explotación de minas y canteras y la pesca tuvieron un dinamismo positivo al crear 6.900 vacantes en su conjunto. El dato fue celebrado con gran entusiasmo por las autoridades, que quisieron colocarlo como un símbolo del supuesto cambio de rumbo que se acerca en la materia.
"Cerramos el año con el agro y las economías regionales creando empleo. Estamos saliendo de esta situación y a medida que la actividad económica comience a reactivarse lo vamos a ver en el resto de las ramas", prometió la nueva secretaria de Transformación Productiva Paula Szenkman.
A nivel geográfico, todas las provincias sufrieron el impacto de la recesión en términos laborales, salvo Jujuy y Neuquén, que tuvieron un avance del 2,4% y el 6,2%, que se relaciona al buen momento de la minería y Vaca Muerta.
"Fue un 2018 complejo, pero ahora tenemos un escenario más despejado en el terreno financiero, con una macro estable que permitirá alcanzar un crecimiento sólido a largo plazo", subrayó Szenkman, a pesar de que las expectativas relevadas por el propio ministerio indican lo contrario.
La tradicional Encuesta de Indicadores Laborales (EIL) que se realiza entre más de 3.000 empresas privadas formales de doce centros urbanos, prevé una variación interanual negativa del 2,3% en el índice de empleo de enero. A su vez, las expectativas netas de aumento de dotación de personal arrojaron el peor resultado desde el 2009, con un valor negativo del 2,2%.
Este índice, que surge de la proporción de empresas que espera aumentar sus dotaciones y aquellas que esperan disminuirlas para los próximos tres meses.
Por otro lado, la pérdida del poder adquisitivo del promedio de los salarios privados formales alcanzó el 13,61% para todo el año, lo que, tira por la borda el plan de Dujovne de reactivar la economía vía paritarias.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario