Por Tomás Lukin para Página/12
Con un desplome del 8,7 por ciento en diciembre, las cantidades vendidas por los supermercados cerraron 2018 con una contracción del 3 por ciento.
La baja del consumo interno se explica por la caída en el poder adquisitivo de los salarios, la precarización laboral, la destrucción de puestos de trabajo, las altas tasas de interés y la pérdida en la capacidad de compra de los jubilados. Los cinco elementos forman parte de la escenografía económica construida a partir de finales de 2015 pero sus dosis se incrementaron el año pasado al ritmo de la corrida cambiaria y el programa de austeridad. El costo de la aparente estabilización financiera alcanzada a través del plan de ajuste fiscal, contracción monetaria y libre flotación del dólar fue la profundización del escenario recesivo.
La crisis se extendió sobre alguna de las grandes cadenas como Carrefour, Walmart y Día, que en ese contexto comenzaron a cerrar locales y despedir trabajadores. Los informes difundidos ayer por el INDEC muestran además que las cantidades vendidas por los shoppings cedieron un 13,3 por ciento al finalizar el año pasado. Con ese desempeño, la facturación acumuló una merma del 2,4 por ciento en doce meses.
A lo largo de 2018 la facturación de las grandes cadenas de supermercados y los autoservicios mayoristas marcó en diciembre un aumento 40,3 por ciento interanual. Al finalizar 2018, por su parte, las ventas en los shoppings registraron un aumento del 25,7 por ciento frente al mismo período del año anterior. Ambos guarismos muestran una importante contracción en términos reales frente a una inflación que escaló hasta 47,6 por ciento en diciembre pasado. Uno de los factores fundamentales para explicar la caída en las ventas de los supermercados y shoppings es la pérdida en la capacidad de compra de los salarios que el año pasado experimentó su mayor caída desde 2002.
Estimaciones elaboradas por el programa de Capacitación y Estudios sobre Trabajo y Desarrollo (Cetyd) de la Universidad de San Martín indican que el poder adquisitivo registró una contracción promedio del 13 por ciento durante 2018. Aunque todas las actividades relevadas marcaron pérdidas, la estimación solapa la inédita dispersión salarial registrada con acuerdos que registraron retrocesos entre 1 y 15 por ciento a lo largo de los últimos doce meses.
Los trabajadores estatales, los gastronómicos, los empleados de la industria del calzado acusaron las caídas más significativas. Los trabajadores del sector no fueron ajenos a la contracción de los ingresos laborales.
Como evidencia el reporte del INDEC, el salario promedio de los cajeros, administrativos y repositores de los supermercados marcó en diciembre un aumento de 24,7 por ciento frente al mismo mes del año anterior.
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