martes, 26 de febrero de 2019

La crisis que el régimen macrifascista mantuvo en silencio hasta ahora

La gira asiática encabezada por Miauricio Macri Blanco Villegas con la consecuente publicidad, sumado a la información sobre la intensa agenda de reuniones y encuentros que mantienen las diversas tribus justicialistas, han permitido que pasara casi inadvertida la fuerte crisis desatada en el ministerio de Defensa.


Horacio Chighizola
En efecto, en los últimos días salió a la superficie el conflicto que en sordina venían sosteniendo desde hace tiempo el Ministro Oscar Aguad y su segundo, el Secretario de Asuntos Militares, Horacio Chighizola.

En diciembre de 2015 el hijo bobo de Franco Macri, decidió que dicho Ministerio estuviera en manos de la UCR y se lo ofreció como vidriera al riojano Julio Martínez, acompañado de Ángel Tello, hombre del palo referenciado con Federico Storani, y otros dos personajes: el puntano Walter Cevallos, del grupo de Ernesto Sanz y Héctor Lostri.

El primer round tuvo lugar con la designación del jefe del Ejército entre Elisa Carrió que apoyaba a Diego Suñer, soldado de mal talante pero gran prestigio entre sus camaradas y el incombustible Bari del Valle Sosa, que entre otros tenía el apoyó de Federico Pinedo. Sosa es un hombre con pocos amigos que supo surfear la era Milani; tenaz e intrigante tardó poco en desplazar a Suñer y congelar todo intento de reformulación de las fuerzas diferente de su propio proyecto, de modo tal de mantener incólume su cuota de poder: sigue teniendo la lapicera que sugiere las promociones.

La elección riojana llevó a Martínez al Senado y dejó el Ministerio vacante, lo que le permitió al Ejecutivo desplazar hacia esa jurisdicción al titular de Comunicaciones después de judicializada su actuación en la causa del Correo Argentino, por la que en breve será llamado a prestar declaración indagatoria. Oscar Aguad, de él se trata, desconoce las políticas públicas de Defensa, por ello eligió como su segundo a Horacio Chighizola, radical con antecedentes en la materia desde el gobierno de Raúl Alfonsín cuando secundó a Horacio Jaunarena, referente pluripartidario de la política nacional en la materia.

Chighizola, es poco dado a las relaciones públicas. A su paso por Defensa se le suma una exitosa performance al frente del Banco Ciudad -otrora botín de guerra de la política porteña-, durante la jefatura de gobierno de Fernando de la Rúa de quien luego fue vice canciller. Amigos y adversarios le reconocen su obsesión por el trabajo y la medición de resultados, honestidad, autoridad frente a las adversidades, como lo puso de manifiesto ante la Comisión Investigadora parlamentaria en la larga interpelación por la desaparición del ARA San Juan y austeridad para el manejo de los dineros públicos.

El hundimiento del submarino sólo fue la parte visible del iceberg de los problemas en las fuerzas. Antes se incendió el rompehielos Irizar, existieron innumerables robos de armas y municiones, que llegaron hasta la desaparición de un valioso misil antitanque de origen norteamericano. Sin embargo, la estrategia desplegada por Garré y Milani impidió que esta situación estallara atento al aumento delirante de oficiales superiores que anualmente aprobaban.

El segundo round, ya en la gestión actual, fue por los salarios donde la sobreactuación de Aguad en adjudicarse la responsabilidad del aumento en una suma fija que llevaba a que un general ganara un tercio que un comisario, cubría el error de Pablo Legorburu, segundo de Andrés Ibarra en el Ministerio de Modernización y pretendía lealtad.

El tercer round es la obra social. Cada arma poseía la propia y fueron unificadas para achicar costos operativos, creando el IOSFA durante la gestión de la Alianza; el responsable Ricardo Runza promovido por Ricardo López Murphy logró el extraño récord de ser defendido por Horacio Verbitsky. El IOSFA terminó constituyéndose en una enorme y paupérrima obra social, dedicada a nombrar parientes y militantes. Aguad colocó al frente a su amigo experto en seguros Pedro Barrios, que después de una dudosa compulsa terminó adjudicando el gerenciamiento a la obra social del estatal Andrés Rodríguez. Barrios tuvo declaraciones poco felices acusando a los militares de inútiles. Aguad debió retroceder de los planes encarados y decidió culpar a Chighizola del entuerto, aunque el tema fuera ajeno a su área y ofrecerle una salida diplomática como embajador en Nicaragua. Tampoco tuvo responsabilidades sobre la política de liquidación de inmuebles militares con fines inmobiliarios y comerciales.

En su función de secretario de asuntos militares, Chighizola intentó desmontar el “Plancamil 2011”, diseñado por el kirchnerismo y neutralizar el amiguismo de Bari Sosa. Propuso en vano avanzar en un nuevo esquema para las fuerzas, con parámetros de la seguridad internacional del siglo XXI, lo que difícilmente se pudiera llevar adelante sin un apropiado diagnóstico internacional.

En el mes de noviembre pasado, cuando trascendió que Ernesto Sanz sería el nuevo ministro, sonaron las alarmas en la carpa mediterránea. Aguad reunido con el mendocino recibió el consejo de recostarse en el partido y convocar a Jaunarena para que redactara un proyecto de Justicia militar, que reemplazara al derogado por Garré.

La ausencia de este instrumento jurídico llevó a que sea la jueza de Caleta Olivia, la encargada de juzgar las circunstancias que rodearon la desaparición del submarino San Juan. Cabe preguntarse cuál es la formación y la experiencia que habilitan a un juez federal a conocer y evaluar decisiones tácticas operativas de experimentados oficiales navales.

Asimismo, hay delitos que son característicos y propios de la vida militar, como la insubordinación, la cobardía, el abandono del servicio o la traición, así todos los códigos de Justicia militar del mundo dan tratamiento a tales crímenes. Una vez recibido el encargo, Ripa jefe de Gabinete y alter ego de Aguad decidió mejor que Jaunarena se dedicara a escribir un código de ética…

En el último año han trascendido versiones acerca de un nuevo plan de reestructuración para las Fuerzas Armadas. Es curioso porque no han sido convocados especialistas para encarar una tarea de esa magnitud y los principales funcionarios civiles del área no cuentan con la formación ni la experiencia requerida para esa tarea: más aún subsisten en funciones cuadros del gobierno anterior. Un extendido rumor indica que las FF.AA. se aplicarán a funciones de seguridad pública y que para ello basta con derogar el decreto reglamentario de la ley de Defensa Nacional, el 727/06. Carece de respuesta cómo se va a restablecer la disciplina militar, cómo se va a intensificar el hoy paupérrimo adiestramiento, y tampoco cómo se proveerá de un vital reequipamiento.

En medio de todos estos planteos técnicos complejos e irresueltos Aguad decide el desplazamiento de Chighizola por razones que cambian con el correr de las horas. La verdad la conoceremos a la brevedad cuando se aclare que es una imposición del secretario de Asuntos Estratégicos, Fulvio Pompeo o que dicho relevo es a gusto de Aguad atento a las diferencias que existen con Chighizola en materia de presupuesto, estrategias de orden militar y prioridades en el manejo de gastos, a la vez que permite el desembarco de Paola Decchiara, segunda de Pompeo y reciente graduada en estrategia militar.

Ella sería la reemplazante de Chighizola y se disfrazará el avance de la jefatura de gabinete como una represalia a la interna de la alianza de derecha Cambiemos en Córdoba.

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