La ciudad había amanecido desierta, blindada, sin autos y con poquísima gente en las calles. Los negocios con las cortinas bajas, o protecciones de madera clavadas en las paredes.
Al menos 118 heridos y más de 700 detenidos en París, epicentro de los disturbios, y unos 720 en todo el país, son las cifras reportadas por las autoridades de Francia durante el transcurso de ayer a la tarde en el cuarto sábado de protestas convocadas por los "chalecos amarillos".
Además de la capital muchas otras ciudades tienen movilizaciones concurridas, como en Marsella, donde se produjeron incidentes entre los uniformados y jóvenes alborotadores (casseurs) en La Canebiere, en pleno centro histórico.
También se reportaron incidentes violentos y decenas de detenciones en Lyon, Toulouse, y Bordeaux, entre otras importantes ciudades.
En Champs-Elysees en el centro parisino la policía enfrentó a grupos de "casseurs" que actúan al margen de la convocatoria de los chalecos amarillos. Los agentes buscan hacer retroceder a los violentos, armados con palos y rostros cubiertos, con el empleo de carros blindados y gases. Podían verse en la zona algunos automóviles incendiados y numerosas vitrinas destrozadas.
En el plano político los dos excandidatos presidenciales de extrema derecha y extrema izquierda, Marine Le Pen y Jean-Luc Melenchon, hablaron de una nueva movilización exitosa de los chalecos amarillos en el país, pese a la "campaña intimidatoria" del gobierno de Emmanuel Macron. Ambos pidieron la renuncia del Ejecutivo y el llamado a elecciones anticipadas para salir de la crisis.
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