La ex presidenta se inclina por preservar a Kicillof como referente económico y prefiere que no juegue en provincia.
Semanas atrás un ejecutivo de un importante fondo de inversión de Wall Street vino al país con un objetivo: reunirse con alguien cercano a Cristina Fernández de Kirchner.
No fue un movimiento aislado. En la reciente gira de los gobernadores Peppo, Valdez y Morales a Washington, la recuperación de la ex presidenta en las encuestas fue un tema ineludible.
No fue un movimiento aislado. En la reciente gira de los gobernadores Peppo, Valdez y Morales a Washington, la recuperación de la ex presidenta en las encuestas fue un tema ineludible.
La pregunta obvia es: ¿Puede ganar?. Pero para aquellos que buscan anticipar todos los escenarios posibles a ese interrogante se suma una pregunta impensada un año atrás: ¿Y si gana qué piensa hacer?
Acaso consciente de esa inquietud eléctrica que circula por el poder económico, Cristina, su hijo Máximo Kirchner, y su ex ministro de Economía Axel Kicillof, dieron un sutil pero evidente giro discursivo en los últimos días, en el que empezaron a filtrar entre el combate político habitual, definiciones de posibles medidas que tomarán en caso de regresar al poder en 2019.
Fue lo que hizo Cristina en su intervención en el Senado del miércoles cuando se debatió el Presupuesto. De los 43 minutos que utilizó, dedicó poco y nada análisis concreto de la norma y prefirió entregar definiciones económicas de fondo: cuestionó el déficit cero porque genera recesión y de manera muy sugerente dedicó buena parte de su discurso a detallar la profunda crisis que sufre Arcor, para recordarle a su dueño Luis Pagani, con números y gráficos, que durante su presidencia ganaba mucha más plata que ahora y hasta pudo abrir cuatro fábricas en el exterior. "El mayor crecimiento y la mayor rentabilidad de la empresa se dieron cuando nuestros presupuestos eran expansivos", agregó la senadora.
Un mensaje que abonó Kicillof en una nota con Forbes -nada menos-, en la que sentenció que "no somos anti empresa". La aclaración marca por otro lado la profunda desconfianza que produce al mercado un eventual regreso de Cristina al poder.
En ese giro pragmático, que tiene como antecedente cercano el que ensayó López Obrador en México en los meses finales de su campaña, en el kirchnerismo empezaron a hablar de una "renegociación" con el FMI, no ya de repudiar o desconocer los compromisos asumidos por Macri Blanco Villegas. No es poca cosa.
Con más de 115.000 millones de dólares de deuda a cancelar o refinanciar en los mercados en el próximo mandato, el ex ministro Kicillof adelantó que "con el Fondo Monetario se impone una renegociación de las condiciones que pactó Macri porque ni siquiera defendió el interés de Argentina: firmó cualquier cosa". En declaraciones a la AM 530 Somos Radio, el ex titular del Palacio de Hacienda ensayó un discurso no muy distinto al que trazan otras expresiones opositoras del peronismo, calificadas de "centro".
"Me parece que es razonable ir a ver cómo se puede poner eso en un carril de sensatez y ver qué es lo que plantea el Fondo Monetario Internacional, que es una organización tremendamente desprestigiada. En eso soy optimista, sin poder definir muy claramente el panorama porque no sabemos en qué situación vamos a estar a fines de 2019", agregó Kicillof en la entrevista radial.
Así, el hombre que personifica el componente "riesgo político" en la tapa de la revista Forbes Argentina no sugirió dinamitar el acuerdo ni repudiar la deuda que tomó el hijo bobo de Franco Macri; en cambio, eligió la palabra "renegociación". No es la primera vez. "No rompería con el FMI", dijo a la revista de negocios.
El Fondo Monetario le pidió una entrevista al vende humo Sergio Massa, el candidato peronista de centro en torno al cual comenzó un armado electoral de cara a las presidenciales del año próximo. Es que al organismo le preocupa la factibilidad del repago del préstamo que le hizo al país. Sin embargo, por el momento no trascendió que fuera a reunirse con representantes del kirchnerismo ni respondió a las consultas sobre ese tema.
El regreso de Kicillof a un discurso económico no es casual. En el entorno de Cristina ingresó en revisión su potencial candidatura a gobernador de la provincia de Buenos Aires. El análisis se vincula con la idea de un regreso al poder, que ya no ven imposible. "¿Qué mensaje enviamos si tu ministro de Economía va a la provincia? ¿No es un mensaje derrotista?", le plantearon a la ex presidenta. Cristina, afirmaron fuentes al tanto de las conversaciones, escuchó con atención.
Pero Kicillof no fue el único en enfocarse en los desafíos económicos de un eventual tercer mandato de Cristina. Su hijo, habló de canje de deuda, pero lo hizo para referirse a la deuda cuasifiscal que el Central mantiene con los bancos comerciales por venderle Letras de Liquidez (Leliq), unas nuevas Lebacs a siete días que pagan elevadas tasas de interés. Y aunque fuentes del organismo hayan explicado que las Leliq no pueden generar una bola de nieve como la de las Lebacs porque están absorbiendo los pesos que el mercado no demanda, para el hijo de la ex presidenta, se trata de un peligroso pasivo del Estado.
Las definiciones económicas de Cristina, además de proponer el abandono del esquema de déficit cero y buscar una renegociación del acuerdo con el FMI, incluyen también la promesa de regresar a un modelo basado en la expansión del gasto para mejorar el poder adquisitivo de la gente y así impulsar la demanda. Una promesa de difícil implementación en un país que enfrenta restricciones externas y una pesada deuda. La presidenta, con la evidente influencia de las lecturas de Kicillof, citó para ejemplificar los beneficios -incluso para los empresarios que lo resisten- de su modelo de "pleno empleo", al economista polaco Michal Kalecki, un tótem de la economía marxista más sofisticada.
Quien suceda a Macri Blanco Villegas -así sea él mismo- se encontrará con una deuda externa muy abultada y con una incidencia cada vez mayor en los servicios de la misma de la devolución del préstamo con el FMI. En 2020 no hay compromisos de devolución de capital del crédito, por lo que solo correrán unos 650 millones de dólares de servicio, porque el acuerdo prevé que hasta junio de 2021 sea el Fondo quien continúe haciendo desembolsos condicionales de unos 1.000 millones de dólares durante siete trimestres; pero a partir de ahí, el Estado Argentino deberá empezar a devolver los más de 56.000 millones de dólares que le pidió al FMI (88% para la gestión Macri Blanco Villegas y 12% para su sucesor).
Por ende, en 2021 los vencimientos con el organismo multilateral de crédito se elevarán a los 4.360 millones de dólares; y en 2020, a 10.630 millones de dólares. Este mismo monto deberá pagarse por cuatro años más en cuotas trimestrales. Es decir que el próximo gobierno deberá pagar unos 26.270 millones de dólares al FMI, que se sumarán a los 90.471 millones de dólares en bonos que vencerán a lo largo del mandato. Bajo el acuerdo actual, hasta 2026 seguirán los pagos trimestrales al Fondo.
"Nosotros siempre sostuvimos y ejecutamos a la demanda como el gran dispositivo para el desarrollo y crecimiento económico. Por eso, nuestros presupuestos eran expansivos", afirmó la ex presidenta en el Senado y anticipó un curso de acción que acaso buscó generar una cuña en el frente empresario.
"¿No les parece que es hora de sentarse con las 92 empresas productoras, transportadoras y distribuidoras de luz, energía, gas, agua y también las productoras de petróleo las únicas que están ganando en la República Argentina? y ponerse a discutir realmente tarifas que sean accesibles y que le devuelvan a la gente un poco de plata en el bolsillo para que esa plata la pueda poner en el consumo? ¿No les parece que es hora de sentarse con los industriales para ver cómo deciden una política de protección y de fomento a la industria, que se está cayendo a pedazos?", concluyó.
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