“En Brasil se hizo la Justicia del enemigo”, advirtió ayer Dilma Rousseff, que dio el puntapié inicial al Foro Mundial de Pensamiento Crítico. Durante su intervención analizó “el ciclo trágico” que se inició en Brasil con Jair Bolsonaro.
“La salida es tener un corazón antineoliberal y antifascista”. Esa es la clave con que, para la ex presidenta de Brasil Dilma Rousseff, se le debe hacer frente a la avanzada de gobiernos reaccionarios en el continente.
La referente del Partido de los Trabajaores (PT) alertó también sobre el uso de las redes sociales y la aplicación de celulares Whatsapp para captar votos y advirtió sobre el rol del Poder Judicial en esos procesos. “Tenemos que preocuparnos por la Justicia”, dijo, porque en su país se hizo “la justicia del enemigo”.
“Creo que en todos nuestros países tenemos que preocuparnos con lo que pasa con la justicia, porque el sistema de justicia en Brasil fue muchas veces fue fundamental para la democracia”, pero por ejemplo, en el escándalo por el Lavajato “no combatió la corrupción” sino que hizo que “hizo la Justicia del enemigo”, definió la referente del Partido de los Trabajadores (PT)
Rousseff dio el puntapié inicial al Foro Mundial de Pensamiento Crítico que tiene lugar en Buenos Aires y durante su intervención analizó “el ciclo trágico” que se inició en Brasil con Jair Bolsonaro. Durante su charla con el rector de la UMET, Nicolás Trotta, advirtió que Brasil y la región “corren el riesgo de salir de la democracia y entrar en un estado de excepción, con una variante neoliberal y neofacismo”.
Al analizar el triunfo de Bolsonaro, la ex presidenta puso en la palestra el uso de las redes sociales “con mensajes favorables a proyectos autoritarios”, la instalación de “preconceptos y una reacción de violencia”.
“Se utilizó el WhatsApp en todas las proporciones inimaginables”, cuestionó. “Permitió que ganara el candidato de un partido que no tienen estructura en todo el país” y circuló sus a través de grupos religiosos, familiares, profesionales, basados en “la confianza”.
“Buscaron la confianza porque (en sus mensajes) no vale la verdad, sino la confianza. Ese fue el arma”, remarcó y denunció que “esas emisiones de intervención (social) vinieron de afuera, no de Brasil”.
Dilma fue una de las participantes del primer Foro Mundial de Pensamiento Crítico organizado por el Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales (Clacso) y en el cual se inscribieron 50 mil personas, 26 mil de las cuales son de la Argentina y el resto de distintos países. La cita tuvo lugar en el microestadio de Ferro, con convocatorias de discusión en decenas de sedes.
La dirigente del Partido de los Trabajadores (PT) recordó que el golpe de Estado que la destituyó en 2016 sigue “un sin culpabilidad” y puntualizó que por entonces “sabíamos todos, hasta las piedras, que no había razón para un impeachmet”. Este golpe “fue hecho para reencuadrar a Brasil en el neoliberalismo”, cuyo segundo paso fue el advenimiento de Jair Bolsonaro. “Un golpe siempre es un primer acto, pero el impeachmet fue el acto inaugural”, comparó.
La segunda fase del golpe “fueron las medidas tomadas” y la tercera, enumeró, el encarcelamiento ilegal del ex presidente José Inacio Lula Da Silva, quien “si hubiera participado del proceso electoral, habría ganado”.
“Era inimaginable que la extrema derecha ganara unas elecciones. Pero el encarcelamiento de Lula hizo realidad esa posibilidad”, remarcó Dilma y advirtió que esto fue posible porque se recurrió a las falsas noticias sobre los candidatos progresistas, la circulación de “preconceptos” y “la creación de un enemigo”, aquella “vieja receta de la guerra fría de construir el ‘anticomunismo’”.
Esto, explicó, devino “en la reacción contra el Partido de los Trabajadores”. Y no solo eso, sino que el objetivo también fue “destrozar al PT y a todas conquistas del movimiento social en el país”, que fueron las impulsoras de políticas de “distribución de la riqueza” que posibilitaron que, al menos durante el gobierno de Lula, alrededor de 50 millones de personas dejaran de ser pobres.
La ex mandataria subrayó que la prisión de Lula es “la manifestación más clara del autoritarismo” y destacó que “no es trivial ni banal que el juez que lo juzgó y condenó (…) sin pruebas, se convierta ahora en el ministro de Justicia” de Brasil. Otra de las manifestaciones de los riesgos que se corren es el impulso por parte de Bolsonaro de “una ley antiterrorismo que va a criminalizar a los movimientos sociales y a todos los que colaboren con ellos”. La solución para salir de estos peligros, remarcó, “es tener un corazón aintineoliberal y antifascista”.
Decenas de personalidades participaron del encuentro inaugural, que tuvo lugar en el barrio porteño de Caballito. Entre algunos estuvieron el ex presidente de Colombia y de la Unasur, Ernesto Samper; y el referente de Podemos, el español Juan Carlos Monedero. También Lita Boitano, de Familiares de Desaparecidos, y los titulares de la CTA de los Trabajadores, Hugo Yasky; de CTERA, Sonia Alesso; y de SUTEBA, Roberto Baradel.
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