El vicepresidente de Bolivia dijo que la restauración conservadora en la región será de corto aliento porque repite "viejas recetas que hace 20 años fracasaron". Afirmó que el progresismo demostró que se pueden construir “nuevas formas de gobernabilidad” pero falló en el “sentido común” y en la “sostenibilidad del crecimiento y la satisfacción económica”.
“Tenemos un neoliberalismo fallido de corto aliento y un mundo incierto. Se ha agotado el combustible neoliberal, este es un neolberalismo zombie”, aseguró el vicepresidente boliviano Álvaro García Linera en su participación en el Primer Foro Mundial de Pensamiento Crítico al hacer un recorrido sobre los aportes del progresismo latinoamericano, con una fuerte autocrítica hacia los movimientos que supieron llegar al gobierno pero que hoy sufren los embates de una ola conservadora.
Para García Linera, no estamos frente a un “largo repliegue del progresismo que va a dar lugar a una larga noche conservadora” porque la oleada conservadora liberal tiene “dos límites intrínsecos: es fosilizado y es en sí mismo contradictorio”.
“Está repitiendo las viejas recetas que hace 20 años fracasaron y llevaron al desastre económico y social. Es una vieja repetición mal formulada de viejas actitudes”, puntualizó desde el estadio de Ferro Carril Oeste.
En su recorrido, el prestigioso intelectual boliviano destacó que el progresismo local demostró que se pueden construir “nuevas formas de gobernabilidad”.
“Hemos mostrado al mundo que la gobernabilidad real, plebeya que se construye es mayoría parlamentaria, mayoría callejera, se gobierna desde las calles, se gobierna desde el Parlamento y la unidad de ambas da gobernabilidad”, aseguró ante una multitud que lo vitoreó.
“Lo más dificultoso se ha logrado en parte: haber impulsado formas alternativas de gestión económica posneoliberales. Hemos tenido la capacidad de ampliar los bienes comunes, tanto estatales como sociales, de articular de manera selectiva formas de globalización y formas de protección al mercado interno”, analizó respecto a las experiencias progresistas, aunque indicó que hubo dos batallas que no se pudieron librar: la del “sentido común” y la “sostenibilidad del crecimiento y la satisfacción económica”.
“Se puede llegar al gobierno en un momento de crisis, de frustración colectiva, con una propuesta coherente del porvenir, pero mantenerse en el gobierno no es suficiente a la voluntad política”, enfatizó.
El vicepresidente boliviano destacó que los gobiernos progresistas lograron permear el sentido común en momentos de “catarsis social”, pero al responder la pregunta de por qué quienes se beneficiaron con políticas inclusivas votaron luego en contra de esos procesos, aseguró que “hemos entendido que el sentido común es más que estos aspectos circunstanciales de la catársis social, es todo un sedimento conservador reproductivo más que transformativo".
"Si los gobiernos progresistas no hacen un esfuerzo programado y sistemático en la educación, salud, vida cotidiana, medios, libros, teatro, el viejo sentido común se volverá a reconstruir y desplazará al nuevo sentido común progresista”, analizó.
Su discurso se complementó con el del dirigente del espacio español Podemos, Juan Carlos Monedero, quien previamente hizo un recorrido sobre los movimientos de izquierda del pasado y de la historia reciente. “No deberíamos pelearnos por el nombre sino entender que ahí hay un espacio a ocupar y reconstruir”, evaluó respecto de uno de los temas centrales que se plantearon durante el foro, la construcción de nuevas categorías para definir a los espacios políticos.
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