domingo, 8 de abril de 2018

Lula se entregó a la Justicia y ya se encuentra detenido en una dependencia policial de Curitiba

Durante toda la jornada el líder del PT recibió el respaldo y la solidaridad de miles de militantes y simpatizantes. Habló a la multitud, donde dijo que el único crimen que cometió "fue sacar a millones de la pobreza” y que el golpe que empezó con la destitución de Dilma Rousseff terminó con la decisión de que él no sea candidato.


El ex presidente de Brasil Luiz Inácio Lula da Silva quedó alojado ayer en una sede policial de Curitiba, al sur del país, como corolario de una tensa jornada en la que, ante miles de seguidores, aseguró que no tenía miedo y que demostraría su inocencia y fue trasladado luego desde San Pablo a su celda, mientras las calles exhibían, con manifestaciones a favor y en contra, la polarización que su caso generó en buena parte de la sociedad local.

Lula ingresó bien entrada la noche en la sede de la Superintendencia Federal de la Policía de Cutiriba,donde agentes reprimieron a grupos de seguidores del ex mandatario y donde le tenían preparada la celda especial en la que al menos el juez que lo condenó, Sérgio Moro, espera que cumpla la condena de algo más de 12 años de prisión.

Tal como lo anunció en el discurso de ayer a la mañana, en el que sintetizó su legado político tras 50 años de militancia a favor de los sectores más vulnerables, el ex presidente de Brasil Luis Inacio Lula Da Silva partió desde el la sede del sindicato de metalúrgicos de San Bernardo Do Campo, en San Pablo hasta la Superintendencia de la Policía Federal de Curitiba. 

Salió caminando rodeado por la multitud que lo acompañó durante los últimos días en que la Justicia federal de ese país, con el aval político del régimen golpista de Michel Temer, decidió encarcelarlo y quitarle toda chance de presentarse en las presidenciales de octubre próximo.

Lula logró salir del edificio tres horas después de lo previsto debido a que un grupo de manifestantes llegó a rodear la camioneta que lo esperaba impidió su salida para detener su entrega a las autoridades policiales. De hecho, hubo una oportunidad en la que el ex presidente llegó hasta el automóvil y debió bajarse ante la imposibilidad de avanzar. Esta situación duró dos horas hasta que el equipo que acompaña al ex mandatario logró atravesar la marea de manifestantes (ver nota aparte en esta misma edición).

La salida final fue un tanto tumultuosa, rodeada tanto por manifestantes como por decenas fotógrafos y móviles de TV. Pese a esto, el ex presidente asomó por la puerta trasera del sindicato a las 18:45 y salió caminando hasta la zona en que estaba estacionado el automóvil que lo esperaba. Nuevamente fue vitoreado por miles de seguidores con las camisetas del Partido de los Trabajadores (PT). Luego, ya de noche, emprendió el viaje en un vehículo, custodiado por cuatro camionetas y varias motocicletas.

El convoy se dirigió hacia un predio de la Superintendencia de la Policía Federal, donde lo aguardaba un helicóptero para trasladarlo al aeropuerto de Congonhas, en el barrio Lapa. 

Allí, el líder del PT era esperado desde temprano por una gran cantidad de personas que se movilizó hasta allí para expresarle su apoyo.

Los vehículos prácticamente tuvieron que parar en el portón de la instalación policial por la aproximación de manifestantes, algunos gritando su apoyo al considerado líder más carismático de Brasil y otros festejando su detención.

Tras la entrada de los vehículos, la Policía tuvo que separar ambos grupos para impedir los enfrentamientos. En su mayoría, los manifestantes eran detractores del líder socialista y festejaron su encarcelamiento sacudiendo una enorme bandera de Brasil y arrojando fuegos de artificio.

Lula fue sometido a un examen físico en la sede policial antes de ser trasladado en helicóptero al aeropuerto paulista de Congonhas desde el que fue llevado en avioneta a Curitiba donde estaba arribando al cierre de esta edición.

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