El candidato del oficialismo se impuso por un margen más estrecho del que anticipaban las encuestas al quedarse con un 46,56 por ciento de los votos contra el 42,70 de Efraín Alegre. Hijo del secretario privado del dictador Stroessner, Abdo Benítez es un declarado enemigo de las políticas de género, el matrimonio igualitario y la legalización del aborto.
Los paraguayos votaron por la continuidad del tradicional Partido Colorado en el poder con Mario Abdo Benítez a la cabeza y desestimaron el cambio que proponía la alianza entre los liberales y el Frente Guazú que encabezaba Efraín Alegre.
Con más del 90 por ciento de las mesas escrutadas, el candidato del oficialismo se impuso con el 46,56 por ciento de los votos contra el 42,70 por ciento que consiguió Alegre. Como en Paraguay no hay segunda vuelta electoral, Abdo Benítez se convertirá en el sucesor del presidente Horacio Cartes, también colorado.
El resultado fue más ajustado que el anticipado por las encuestas y por los primeros bocas de urna, que mostraban ventajas de entre 12 y 20 puntos para “Marito”, como se lo conoce para diferenciarlo de su padre, quien fuera el secretario privado del dictador Alfredo Stroessner.
Finalmente Abdo Benítez se impuso por apenas cuatro puntos para mantener a los colorados en el poder que ostentaron ininterrumpidamente entre 1947 y 2008, con la dictadura stronista incluida. En 2013 el tradicional partido había regresado al Gobierno luego del interregno del ex obispo progresista Fernando Lugo, derrocado a través de un golpe parlamentario, y de su vice, el liberal Federico Franco.
La oposición reeditó para estas elecciones esa alianza fallida, esta vez con el liberal Efraín Alegre a la cabeza del frente Ganar, secundado por el centroizquierdista Leo Rubín, del Frente Guasú, como candidato a vice. Esa unión esta vez no alcanzó para derrotar a la aceitada maquinaria electoral de los colorados.
La jornada electoral transcurrió sin grandes inconvenientes, confirmó la jefa de la misión de observación de la Organización de Estados Americanos (OEA), la expresidenta costarricense Laura Chinchilla. "El proceso ha sido un proceso bastante tranquilo (..) La organización está bien, algunas de las preocupaciones que teníamos al principio como la integración de las mesas electorales, pero se ha pasado la prueba", dijo Chinchilla a los periodistas en Asunción. La observadora sí cuestionó la difusión de encuestas a boca de urna en medio de los comicios, algo que está prohibido en Paraguay pero que los medios hacen sin nombrar a los candidatos.
El mayor incidente de la jornada tuvo lugar en Luque, en los alrededores de Asunción, donde un grupo de seguidores del candidato a senador colorado Oscar González Daher golpearon en un centro de votación a cuatro periodistas ante la mirada de la Policía. González Daher ya fue senador, pero el Congreso lo destituyó a fines de 2017 luego de que se divulgaran grabaciones de conversaciones que reflejaron que utilizó su cargo de presidente del Jurado de Enjuiciamiento de Magistrados para favorecer indebidamente a amigos.
Un colorado “puro”
Abdo Benítez, considerado un "pura sangre" colorado, sucederá entonces al empresario Horacio Cartés, el outsider que permitió la vuelta al poder del tradicional partido. Esa diferencia generó un enfrentamiento entre ambos, cuando el senador Abdo Benítez encabezó a un grupo de legisladores “disidentes” que frenaron el proyecto de reelección impulsado por el mandatario.
Sin embargo, tras la victoria de “Marito” en las internas de diciembre sobre el delfín de Cartés, el ex ministro de Hacienda Santiago Peña, ambos impulsaron un acercamiento para mostrar un coloradismo sin fisuras en busca de retener el poder. Además, ratificaron sus coincidencias en defensa de la “familia tradicional”, contra las políticas de género, el matrimonio igualitario y la despenalización del aborto.
El candidato lanzó en las últimas semanas un pliego de propuestas: promover una Asamblea Nacional Constituyente que trabaje sobre una reforma del Poder Judicial, lograr una "revolución educativa" que lleve el porcentaje de Educación a 7 por ciento del PIB, y mejorar la base contributiva del país, que tiene un esquema con impuestos muy bajos.
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