Cada vez son más las personas que trabajan como manteros en el conurbano bonaerense, a tal punto que en los últimos seis meses la actividad creció un 128 por ciento en ese territorio, con 9.603 vendedores en un puñado de municipios de la provincia de Buenos Aires.
Según un relevamiento de la Confederación Argentina de la Mediana Empresa (CAME), en el primer semestre de 2017 había 4.209 puestos de manteros en el Gran Buenos Aires, por lo que hoy son más del doble, alcanzando niveles que el sector no tenía desde finales de 2015.
Estos más de 9.600 vendedores representan el 50 por ciento de los casi 19.300 que existen a lo largo del país, es decir que uno de cada dos puesteros están instalados en el conurbano.
Pese a haberse reducido la actividad en unos 3.000 manteros a lo largo de 2016 y otros 2.000 en el arranque del año pasado, el repunte actual (de más de 5.000 trabajadores) se explica por la migración tras los desalojos en algunos sectores de Capital Federal como Once y Liniers, por lo ocurrido en la feria La Salada de Lomas de Zamora, así como el cierre de muchos comercios que atravesaban dificultades económicas.
La CAME consideraron a este aumento "preocupante para el comercio formal", debido a que "termina destruyendo puestos de trabajo genuinos", pero en Vendedores Libres, la entidad que agrupa a los manteros, plantearon que "la solución es reconocer al vendedor como alguien que vive de eso, hacer un censo y distribuir a todos en diferentes cuadras con un permiso".
Al respecto, Pedro Cascales, vocero de la CAME, esgrimió su postura: "al comercio formal le quita venta, porque un negocio paga de impuestos un 42 por ciento de lo que recauda. Y esto te produce una competencia desleal, sumado a una caída de la venta".
En ese sentido, observó que "los locales que no cerraron, se achicaron o atienden los dueños", al tiempo que alertó que "existen mafias que regentean a los puesteros, que muchas veces son víctimas de un sistema que paga cánones".
"Mucho de lo que se vende en esos lugares viene de talleres clandestinos con gente esclavizada, o por medio de contrabando, de piratas de asfalto o de robos. Y comprando ahí ese circuito se retroalimenta", advirtió.
"La solución es la capacitación y darles un lugar formal para operar dentro de la ley. Cuando pasa eso, muchos están agradecidos porque les sacan de encima estas mafias y les permiten trabajar en un predio habilitado", indicó Cascales. No obstante, Omar Guaraz, secretario general de Vendedores Libres, mostró un argumento diferente.
"En Once los galpones no funcionaron, hoy están vacíos. El gobierno propuso acuerdos con sindicatos pero va a fracasar. El mantero busca la calle que es donde está la plata. La solución es que pongan a dos o cuatro vendedores por cuadra con un permiso, regulado y hay lugar para todos", sentenció.
Sobre el origen de esta actividad, Guaraz observó que "todo tiene que ver con la cuestión económica. La gente se queda sin laburo, el sueldo no le alcanza y sale a vender. Cada vez tenés más gente como manteros y vendedores ambulantes".
"El gobierno privilegia a los dueños de comercio, no les dan una solución concreta y se ven obligados por la necesidad a volver a la calle para poder vivir", agregó.
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