Por Dolores Curia, para Página/12
Durante la semana habrá asambleas en las principales ciudades brasileñas en el marco de los preparativos para el Paro Internacional de Mujeres. "Este 8 de marzo Brasil le dirá no al golpe, no a la persecución de los opositores políticos. Pararemos el país entero”, adelantaron tras la confirmación de la condena al ex presidente Lula Da Silva.
Desde Curitiba a Fortaleza, del Mato Grosso a Río de Janeiro, diversas expresiones del movimiento de mujeres de Brasil ultiman detalles y unen estrategias para participar del Paro Internacional del 8 de marzo. Enero y febrero están marcados por los preparativos para una segunda huelga. Específicamente en Brasil, estas preliminares, que empezaron la semana pasada, estuvieron atravesadas por la noticia que sacude el país: la confirmación de la condena al ex presidente petista Inacio Lula Da Silva que podría interferir en su candidatura para las elecciones de este año.
El miércoles pasado, a pesar de la ausencia de pruebas en su contra, el Tribunal Federal 4 de Porto Alegre confirmó la condena del candidato el Partido de los Trabajadores y aumentó la pena a 12 años. La movilización masiva del martes pasado -una caravana que recorrió todo el país y que tuvo su cierre en Porto Alegre, en defensa del dirigente que fundó el Partido de los Trabajadores en 1980 y 23 años después llegó a la presidencia- no alcanzó para frenar la condena sin ninguna evidencia concreta de los jueces Victor Laus, Joao Pedro Gebran y Leandro Paulsen a quien hoy es el político más popular de ese país.
La noticia impactó sobre las organizaciones feministas brasileras de distintos sectores, sindicatos y partidos, y la preocupación por este ataque se suma a un temario de consignas que serán llevadas a la huelga, que incluye desde la criminalización del aborto hasta el golpe blando contra la ex presidenta y sucesora de Da Silva, Dilma Rousseff, que terminó de consumarse en septiembre de 2016, sin que tampoco se le pudiera probar ningún delito. “Estamos muy preocupadas por la ola de retrocesos que viene en aumento y que tuvo como punto de inflexión el golpe, con fuerte componente misógino, provocado por el impeachment a la ex presidenta. Ese golpe decantó en lo que hoy llamamos una democracia de muy baja intensidad y atentó contra las políticas de distribución de la riqueza y también contra la ampliación de derechos de las mujeres y de las minorías sexuales que habían marcado, aunque con limitaciones, el pulso del gobierno anterior”, relata Iara Rocha, una de las organizadoras del 8M en Petrópolis (Río de Janeiro) y presidenta del colectivo de mujeres Inés Etienne.
“Este ataque mediático y judicial contra el ex presidente Lula” deja nuevamente a la vista que “hay mucho trabajo por hacer, pues vivimos bajo la tutela de la mayor empresa de telecomunicaciones en Brasil, la emisora que apoyó el golpe militar del 64 y hoy apoya al actual”, analiza Iara y agrega que “vivimos en un clima donde prima la manipulación de la información, las mentiras, el engaño, y que se explica por un monopolio comunicativo, O Globo, que priva al pueblo del derecho al acceso a la información. Se están celebrando hoy en Brasil innumerables reuniones de organización para el 8M para pensar cómo encararemos la enorme jornada de protestas. Los feminismos, claro, no hacen caso omiso de este contexto. Esta serie de atentados contra la democracia, que comenzó con el impeachment y que ahora tiene una nueva expresión con la condena de Lula, nos impulsa a parar y mostrar que debemos ocupar todos los espacios, incluida la política partidaria”.
“Nos organizamos en todas partes: en las casas, en las calles, en el trabajo, en las escuelas, en los barrios. La fuerza de nuestro movimiento está en los lazos que creamos entre nosotras y en nuevo internacionalismo. Denunciamos las situaciones concretas en las que estamos, pero sin dejar de interpretar la coyuntura”, dice el manifiesto que invita a la asamblea del próximo viernes 2 de febrero en Petrópolis, una de las tantas en las que se empieza a cocinar el paro. En ese texto denuncian los motivos que las empujan a la huelga: “Paramos por que el capital nos somete a trabajos informales, precarios e intermitentes, porque los Estados nacionales y el mercado nos explotan también cuando nos endeudan. Porque los Estados criminalizan nuestros movimientos migratorios. Paramos que la violencia económica aumenta nuestra vulnerabilidad ante la violencia machista”. También se suman a la lista de motivos la brecha salarial alcanza entre hombres y mujeres, que en la región alcanza en promedio el 26%, la falta de reconocimiento de las tareas domésticas y de cuidado, que en Brasil, como gran parte de la región, suman tres horas más de trabajo a la jornada laboral de las mujeres, en promedio.
Esta semana se celebrarán en Brasil asambleas por el 8M en Río de Janeiro (el 30 de enero), en Victoria (el 31 de enero). Y ya hubo en Santa Catalina (el 19 de enero), en Curitiba (el 20 de enero), en Recife (el 27 de enero). En esos espacios, relata Driade Aguiar, de la Comisión organizadora de la asamblea de Río, se están gestando “las marchas de mujeres que este año incluirán a muchos otros sectores y movimientos con los que hemos decidido unir fuerzas. Todas las marchas y el paro general tendrán un posicionamiento claramente antigolpista. Será una jornada de protesta de impacto. Las críticas que desplegamos en las marchas van desde el índice de femicidios en Brasil al plan neoliberal económico que lleva adelante el gobierno de facto de Michel Temer. Así lo fue el año pasado, y este año estará atravesado por el clima electoral. Este 8 de marzo Brasil le dirá no al golpe, no a la persecución de los opositores políticos. Pararemos el país entero”.
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