El líder del Movimiento Evita integra la mesa chica del candidato presidencial, que monopoliza el diálogo con la CGT. El problema Grabois.
Una de los primeros objetivos del presidente que asuma el 10 de diciembre será evitar la ola de saqueos que amenaza cada navidad y Alberto Fernández ya empezó a evaluar cómo lograrlo.
La figuras que eligió para ayudarlo es Emilio Pérsico, líder del Movimiento Evita, aliado de su candidatura presidencial desde el primer día y con diálogo permanente con el actual régimen. Relegó a Juan Grabois, líder de Confederación de Trabajadores de la Economía Popular (CTEP).
Ambos fueron los elegidos de Carolina Stanley para tercerizar la mayoría de la ayuda social definida en la ley de emergencia social aprobada a fines de 2016, una medida de urgencia motorizada por Mario Quintana para frenar saqueos y corridas en los supermercados en la segunda navidad con Macri Blanco Villegas en la Rosada.
Los conocedores del asistencialismo aseguran que Pérsico tuvo más poder durante el macrifascismo que en los años kirchneristas, aunque fue esa época cuando subió a la primera fila del poder político hasta convertirse en una figura necesaria para cada gobierno.
Alberto no se muestra mucho con él, pero sí con Fernando "Chino" Navarro, ex diputado provincial y referente del Evita, presente en el equipo de campaña que recorrió el país antes del 11 de agosto.
Se los acercó Felipe Solá, quien tuvo a Pérsico como jefe de gabinete cuando fue gobernador de la provincia de Buenos Aires y es otro de los asesores full time de Fernández, tanto que en su entorno lo consideran como posible canciller. Su alto perfil durante el viaje de España alimenta esa hipótesis.
Demasiado para Grabois, que llegó a calificar a Stanley de "muy buena persona" y por su cercanía con el Papa Francisco, consiguió varias reuniones con Cristina Fernández de Kirchner que irritaron a los referentes de La Cámpora.
Algunos de ellos interpretaron que su alocada propuesta de hacer una reforma agraria, difundida con un video en su página de Facebook, o sea, una promoción premeditada para complicar la campaña de Fernández.
Alberto tiene más cercanía con los sindicatos, a quienes atiende personalmente, como le gusta hacer con los referentes de poder que más respeta. Chatea a diario con Héctor Daer, líder de la CGT junto a Juan Carlos Schmid, más volcado al academicismo gremial. El candidato del Frente de Todos también cena con frecuencia con Hugo Moyano, opositor a la CGT oficial en los últimos años. Todavía no hay gremios dispuestos a embarrar la cancha. Todavía.
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