La grieta llegó a los gigantes mexicanos de las telefónicas. David Martínez, el socio de Clarín preocupado. El rol del Papa Francisco.
A comienzos del 2018 Carlos Slim comenzó a hacer discretos movimientos para tener una mayor cercanía con el Papa Francisco. Fue a través de diversos intermediarios, argentinos y mexicanos, a quienes el magnate les explicaba que había que apoyar al Sumo Pontífice porque este estaba en la mira del "poder financiero global". Una audacia si se considera quién es el emisor de ese mensaje, dueño de varias de las principales instituciones financieras de México.
Lo cierto es que la comunicación se activó, allí tuvo un rol muy importante el intendente peronista de Merlo, Gustavo Menéndez, muy cercano al Vaticano. En ese ir y venir entre Slim y la Santa Sede asoma una realidad ineludible: el entusiasmo de Bergoglio y del mexicano por un probable regreso de Cristina Fernández de Kirchner a la presidencia en Argentina.
Desde ya los motivos de ese interés son bien distintos. Bergoglio no está conforme con el desempeño económico y el esquema de distribución de riqueza de Miauricio Macri Blanco Villegas. El Papa es muy coherente con la estrategia de la Iglesia Católica desde inicios de los '90: ocupar el lugar discursivo que dejó vacante el comunismo y preocuparse por los pobres y las inequidades generadas por el capitalismo. Este posicionamiento explica buena parte de la distancia del Papa con el ex hijastro de Flavia Palmiero. A eso se suma el gusto del retrasado mental por filosofías new age. Algo que un jesuita como Bergoglio no logra digerir.
Los motivos de Slim, quien según las fuentes consultadas ya cruzó mensajes con la ex presidenta, son mucho más terrenales. Cuando Cristina era presidenta, el dueño de Telmex anunciaba inversiones en Argentina (es dueño de Claro, uno de las tres grandes operadores de telefonía) y se fotografiaba en la Casa Rosada. El clímax de ese idilio fue en 2012 cuando compró acciones en YPF, luego de su polémica "nacionalización". Cristina le había arrebatado YPF a los españoles de Repsol y cuando todo el circuito financiero condenaba la expropiación, el entonces hombre más rico del mundo acudió en ayuda.
Otros detalles. Cuando Cristina envió su ley de medios al Congreso, el comentario general en el gobierno era que la ley se proponía desmantelar a Clarín y esto iba a darle aire a dos jugadores en el rubro de distribución y contenidos: uno era Telefónica (que en ese entonces poseía Telefé) y el otro era Slim. La Corte Suprema avaló la norma pero esta nunca pudo ser aplicada por una serie de amparos judiciales logrados por los abogados de Clarín. En 2015 asumió Macri Blanco Villegas, quien dejó la ley sin efecto en los hechos y Clarín terminó asociado a otro mexicano, David Martínez, en Telecom.
Este año con una Cristina Fernández de Kirchner recuperando centralidad política, Slim tiene la posibilidad de recuperar terreno contra su competidor regio (así llaman en México a los nacidos en Monterrey). Mientras que el dueño del fondo Fintech está inquieto por la situación electoral. Así lo ha deslizado en algunas de sus últimas reuniones con empresarios de su país. Le preocupa el regreso de Kirchner por la situación financiera de la Argentina (teme que caigan en default contratos y obligaciones en dólares). Su telefónica está endeudada en esa moneda y tuvo que hacer un esfuerzo para sobrellevar la última devaluación del retrasado mental.
A pesar de que él había construido una buena imagen con dos hombres del entorno directo de la ex presidenta: su marido Nestor Kirchner y el ministro de Planificación Federal, Julio de Vido; Martínez nunca encontró la frecuencia exacta con Cristina. Su asociación con Clarín, terminó de distanciarlo.
Es curioso como se mezclan los negocios, los medios y la política. En México la situación se da en espejo. Slim está enfrentando a López Obrador, un presidente a quien sus opositores tildan de populista y hasta chavista, mientras que Martínez logró buena sintonía. En el país azteca López Obrador acusa a Slim de ser el poder real detrás del diario Reforma -el más importante del país- que mantiene una línea muy crítica de su gobierno.
Hace meses, Slim y Martínez tuvieron un cruce por la caída del Nuevo Aeropuerto de la CDMX en el inicio del gobierno de AMLO. El primero condenó la suspensión -ya que había conseguido con Peña Nieto la parte del león de los contratos- y el segundo apareció como aliado del Gobierno y facilitador a través de su constructora ICA. La situación argentina ahora se vislumbra como el nuevo escenario para el segundo asalto.
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