viernes, 25 de mayo de 2018

Tarifas: El régimen macrifascista no negocia y en el bloque de Pichetto hay bronca con el marido de Isabel Macedo

Miguel Ángel Pichetto aún no recibió una propuesta del régimen fascista para frenar la ley que limita los tarifazos aprobada en Diputados y si para el miércoles sigue sin aparecer intentará sancionarla en el recinto y obligará a Mugrizio Macri Blanco Villegas a vetarla al día siguiente. El gobernador salteño quiere votar en contra, pero los senadores no lo acompañan. La alianza de derecha Cambiemos va con su dictamen.


Emilio Monzó intentó una gestión sin éxito en la Casa Rosada y ayer a la mañana, en conferencia de prensa, Rogelio Frigerio recordó que la alianza de derecha Cambiemos firmó su dictamen el martes y desafió a Pichetto: "nuestra alternativa va en línea con lo que piensan los gobernadores y muchos senadores".

"Muchos", serían para el ministro del Interior los cuatro que el miércoles firmaron en disidencia la ley de Diputados: Rodolfo Urtubey, Dalmacio Mera, Guillermo Snopek y Carlos Espínola, que podrían alcanzar para impedir una mayoría opositora.

El proyecto de la alianza de derecha Cambiemos es el acercado por Urtubey y Juan Schiaretti el lunes y consiste en reducir el IVA a servicios públicos de 21% a 10.5% para residenciales y de 27% a 21% para pequeñas empresas. Sin embargo, de esos cuatro, sólo Urtubey y Mera, leales al gobernador de Salta, están decididos a quedar pegados a Cambiemos si la sangre llega al río. Espínola ya avisó que no. "Voy a votar con el bloque, firme y en disidencia, porque creo que hay muchas cosas que debatir", avisó esta tarde. Snopek seguiría el mismo camino. 

No retrotrae las tarifas a noviembre, el artículo del proyecto de Diputados que menos convence a los senadores peronistas porque obligaría a las distribuidoras energéticas locales a devolver cifras incalculables. Pero tampoco incorpora la obligación de no subir las tarifas por encima de la variación salarial y ningún PJ, por más dialoguista que sea, quiere ser acusado de impedirla.

Lo pensarían si el régimen macrifascista lo pide a gritos, negocia con los gobernadores, que tampoco muestran una posición unánime. "Urtubey juega la suya chiquita y lo quiere hacer con nosotros", se indignaron varios el martes y anticiparon que no la pasará bien si con estas maniobras quiere sumar aliados a su aventura presidencial. 

Los números están ajustados. Se necesitan 37 para dominar el recinto y el sorete de Pichetto y Cristina Fernández de Kirchner, ahora unidos por el espanto, podrían alcanzarlo con asistencia perfecta de los suyos (24 + 9) más el dúo progresistas (Fernando Solanos y Magdalena Odarda) y de puntanos, María Catalfamo y Adolfo Rodríguez Saá.

Los teléfonos del resto de los senadores no paran de sonar. Cambiemos confía en los dos misioneros y los tres santiagueños, pero Pichetto, que conserva una estrecha relación con Gerardo Zamora, cree poder captar al menos uno de cada bando. No sería raro: en diciembre 3 de los 6 diputados de su bloque se negaron a votar la reforma previsional pese a los llamados del ministro del Interior.

Vale oro el interbloque Federal, presidido por el salteño Juan Carlos Romero e integrado por otros cuatro de orígenes diversos: Carlos Reutemann, que siempre acompaña al oficialismo; la salteña María Cristina Fiore, cercana a Urtubey; y los neuquinos Lucila Crexell y el sindicalista Guillermo Pereyra.

Crexell suele no desafiar a su gobernador en las votaciones pero Pereyra tiene peso propio y ya avisó que votará cualquier ley consensuada para frenar tarifas. Tal vez por eso Macri Blanco Villegas ya no lo llama ni cuando visita Vaca Muerta.

Hay otras apuestas como la ausencia del turco innombrable (que hasta 2015 no iba nunca pero ahora se lo ve seguido) o de otros senadores que estén de viaje. Especulan con el propio Rodríguez Saá. 

Así las cosas, Cambiemos sólo llegaría tranquilo si le roba más senadores a Pichetto pero no está sencillo. El rionegrino se sigue moviendo en tándem con el entrerriano Pedro Guastavino, cuyo gobernador, Gustavo Bordet, es considerado de los más cumplidores con la Casa Rosada.

Es que los mandatarios no están con voluntad de presionar a los senadores y quedar pegados al régimen macrifascista por impedir una ley popular, que el hijo bobo de Franco Macri ya dijo que vetará. De hecho, hasta hace una semana los oficialistas creían que lo mejor era una rápida sanción y un veto inmediato, pero el lunes por la noche todo cambió. "No sería una buena señal en plena negociación con el FMI", escucharon desde la Casa Rosada y apostaron a un acuerdo que no terminan de cerrar.

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