La pseudo intelectual se refirió a los tropiezos de Mugrizio Macri Blanco Villegas y su gabinete. Su ácida mirada sobre la Argentina.
La ensayista (ensaya frente al espejo cómo ser un poco menos fea) Beatriz Sarlo es una de las voces más escuchadas y difundidas de la intelectualidad argentina.
Fue una de las voces más mordaces que debió soportar el kirchnerismo y, ahora, con la alianza de derecha Cambiemos en la cima, repite su lugar de pensadora incómoda, para la dirigencia política.
En su última columna de opinión, publicada en Perfi, Sarlo titula fuerte. "La palabra caballo no relincha", dice en una nota que está acompañada por una foto que muestra a al ex hijastro de Flavia Palmiero junto a su dream team de CEOs que lo acompañan en el gabinete.
Entre distintas consideraciones sobre los errores del régimen fascista en el último tiempo, la escritora dispara munición gruesa con conceptos como el siguiente: "Se dieron cuenta tarde, por mezquindad política, por sectarismo, por impericia y prepotencia dulcificada con buenos modales, por desprecio de una historia que no conocen. Creyeron que, al cambiar el estilo carismático y autocentrado de Cristina Kirchner ya habían hecho gran parte del trabajo".
Luego, apunta que "creyeron que con los timbreos de María Eugenia Vidal alcanzaba. Creyeron que Macri, con su mantra de felicidad, era suficiente. Pero la repetición de esa palabra no garantiza lo que promete su significado. Todos sabemos que la palabra caballo no relincha".
En referencia a Macri Blanco Villegas pero también al país en su conjunto, Sarlo arremete también con la pasión que tanto ruido le hace, el fútbol. Pero lo hace a modo de herramienta para acompañar su texto "Las metáforas que inspira el fútbol, en general, solo sirven para pensar ese deporte, si es que sirven para algo", sostiene y agrega que "en primer lugar, poque la Argentina no es un gran país, sino que trabajosamente ha tratado de no recibir la calificación de nación decadente e inestable".
Sobre esto último, le pega también al idiota confeso: "Desde hace setenta años hemos vivido de crisis en crisis y las condiciones para que lleguen los inversores no son buenas. La fortuna de la familia Macri desmiente esa cronología. Deben haber sido muy inteligentes empresarios, durante la dictadura y en los años '90".
Asimismo, cita a Antonio Gramsci y su divulgado aforismo "pesimismo de la inteligencia, optimismo de la voluntad" y conecta con las políticas oficiales y la inetable impronta oficial. "Si algo no mostró el macrismo, si algo no exhibieron los socios de Cambiemos, fue ese pesimismo de la inteligencia, indispensable para que el optimismo de la voluntad no se convirtiera en un sentimiento bobalicón", remata Sarlo.
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