Las invitan con un trago que contiene alguna droga y una vez que empiezan a sentirse mareadas son hostigadas sexualmente por grupos de varones. Exigen que haya controles “puertas adentro” de los locales nocturnos.
Se llama Roxana, tiene 17 años y a principios de enero fue a bailar con su grupo de amistades a una discoteca del barrio porteño de Belgrano. Dentro del lugar, fue convidada por un joven con alcohol y luego con una droga en pastilla. A los pocos minutos, padeció mareos y un estado de semi inconciencia, que derivó en tocamientos de sus partes íntimas por el muchacho y otros tres varones.
La víctima fue rescatada de la situación por una amiga, que vio la escena. Se trata de un clásico episodio de abuso, padecido en menor o mayor gravedad por 2 de cada 5 chicas que concurren a eventos en boliches o fiestas, aunque la gran mayoría no son denunciados.
El dato estadístico proviene de los relevamientos que realiza la Asociación de Víctimas de Violaciones (AVIVI), que hace un seguimiento cada fin de semana de los hechos contra la integridad sexual que sufren chicas. “La mayor parte de estos hechos no llegan a convertirse en denuncias formales y causas penales, pero las víctimas piden asesoramiento para prevenir problemas de salud. Desde los tocamientos perpetrados por grupos de varones hasta violaciones masivas, fuera o dentro de los espacios donde se realizan eventos nocturnos, la realidad es que esta problemática no se detiene y es una deuda pendiente de esta sociedad generar las herramientas para erradicarla”, dijo Andrés Bonicalzi, abogado de AVIVI.
El caso descripto al comienzo, que no fue denunciado en la policía y tampoco en la justicia, forma parte de este drama que tiene como víctimas a muchísimas mujeres, sobre todo cuando atraviesan la adolescencia y concurren a fiestas o discotecas. “La mayor cantidad de abusos se registran los viernes y sábados, en situaciones de nocturnidad. Por eso, los llamados para consultas por cuestiones de salud o jurídicas se reciben los fines de semana. Preocupa muchísimo que los abusos no se denuncian, pero está relacionado a que la víctima vulnerada sexualmente tiene siempre la dificultad que implica revelar lo que le ocurrió, por vergüenza, revictimización y el propio mecanismo de defensa psicológico que es reprimir ese hecho traumático”, dijo Bonicalzi.
El letrado, especializado en derecho penal y delitos sexuales, sostuvo también que “el sentido de culpabilidad atraviesa a las víctimas, en el marco de una sociedad machista, repleta de prejuicios hacia la mujer, entonces aparecen cuestiones relacionadas a su vestimenta, si la pollera era corta o tenía escote, o si había ingerido bebidas o drogas, o por qué estaba sola en ese espacio, cuando en realidad habría que poner el foco en los abusadores y dejar de culpabilizar a las víctimas”.
Sobre las características de los abusos en fiestas y boliches, Bonicalzi precisó que “son llevados a cabo por bandas de varones, a la salida o incluso dentro de los eventos”, agregando que “falta que se haga un ejercicio de reflexión en nuestra sociedad, porque en los eventos nocturnos el control de seguridad se pone en el ingreso, pero nunca en lo que ocurre puertas adentro”.
“Denuncia un porcentaje muy bajo de las víctimas. Tenemos infinidad de casos en que las víctimas cuentan que fueron abusadas dentro de boliches, incluso con acceso carnal, pero cuando pidieron ayuda a los patovicas, resultaron burladas y revictimizadas. Esta mirada machista debe cambiar. Hay que hacer un trabajo de deconstrucción del machismo, como objetivo central. Pero, en el corto plazo, el Estado y los boliches podrían sentarse a discutir esta situación que es muy grave y provoca muchísimo dolor”, cerró Bonicalzi.
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