sábado, 1 de diciembre de 2018

El fuerte operativo de seguridad por la marcha contra el G20

Grupos de efectivos de Prefectura Naval o Policía Federal en cada esquina desde Independencia y hasta Avenida de Mayo, desde Paseo Colón y hasta 9 de Julio. El operativo se incrementaba al acerarse a Tacuarí. Desde ese punto, quienes caminaban desde el Bajo ya podían ver las vallas montadas sobre Bernardo de Irigoyen y parapetados detrás de ellas, camionetas de Prefectura y efectivos custodiando por encima de ellas a los miles que se movilizaban por 9 de Julio. 



"Va a haber un cerco y a partir de Avenida de Mayo y 9 de Julio no van a poder pasar", había advertido por la mañana la beoda ministrade Seguridad, Patricia Bullrich Luro Pueyrredón, sobre el operativo de blindaje para la movilización contra el G20, cuando intentó aclarar que no había resuelto habilitar el gatillo fácil para las fuerzas de seguridad. Y adelantó que habría 2500 efectivos asignados, un 10 por ciento de los manifestantes que esperaban sobre la 9 de Julio. 

La marcha comenzó a caminar hacia el Congreso desde San Juan pasadas las 15. Bombos, títeres gigantes de Trump y Macri Blanco Vileggas, repudiados en carteles y pancartas tanto como la propia cumbre del G20.

Armas largas, bastones, escudos, camiones con personal de infantería, colectivos con efectivos de policías de la Ciudad, acompañaban la movilización que ocupaba 20 cuadras del carril del Metrobus en dirección al Obelisco. 

La marcha fluía. Los que chocaban eran los que intentaban cruzar la 9 de Julio, entre Independencia y Avenida de Mayo. "Por acá no se puede, está el blindaje. Tenés que irte hasta Chile", advertía el jefe del operativo de Prefectura en Avenida de Mayo y 9 de Julio. "Jefe, acompaño hasta la casa", pidió permiso un oficial. Los vecinos pasaban con custodia. Había otros que pasaban sin permisos ni credenciales de prensa. "Son infiltrados", explicaba en voz baja un efectivo de otra fuerza, ¿intentando decir que eran agentes de civil? 

Las calles entre el Obelisco y la Plaza de Mayo estaban semi vacías, en modo feriado con pronóstico de tormenta. Los que se encontraban intentando superar el vallado del blindaje eran turistas extranjeros con cámaras y guías de papel o contratadas. Cuando quien lideraba a los turistas era una persona, los visitantes extranjeros se encontraban con una valla menos, la de la imposibilidad de encausar dos oraciones en algo así como inglés, a caso, con el personal de seguridad. 

Hasta Tacuarí las paralelas a 9 de Julio tenían libre tránsito. A pesar de los puntos de control de Prefectura o Policía Federal en cada esquina parecía un día soñado para los pocos ciclistas que circulaban más allá de la bicisenda.

En Tacuarí el blindaje se fortalecía. En Alsina un retén especial obligaba a pasar por una requisa, ser asignado en un grupo de cinco personas y caminar escoltado por un oficial de la Federal hasta el próximo retén ubicado en Venezuela, donde se desviaba hacia Piedras. El horizonte llegaba hasta Bernardo de Yrigoyen, donde las vallas impedían ver la movilización, solo algunas banderas se asomaban por encima del blindaje. De este lado, los Prefectos custodiaban como centinelas equipados con casos y armas largas. 

Los vecinos del barrio solo asomaban en algunos balcones, los comercios con las persianas bajas. "Tenés que ir hasta Chile para poder pasar", había dicho el jefe del operativo en Avenida de Mayo. "Por acá no se puede pasar. Tenés que seguir caminando hasta Independencia". Independencia era la frontera del blindaje. Sobre la avenida se volvía a ver vecinos caminando, cafés abiertos, heladerías con gente, algunos sueltos de a pie llegando a la marcha y el cuerpo de infantería se reducía a personal de Policía de Tránsito. 

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