La corrida empezó nuevamente y promete ser muy fuerte. El régimen fascista de Mugrizio Macri Blanco Villegas quiere zafar encarcelando a Cristina.
En Brasil y Uruguay ya se pagan 40 pesos argentinos por un dólar. Algunos de los principales bancos internacionales recomiendan a sus clientes irse de Argentina y pronostican un nuevo default para fin de año.
La tasa de interés ya llegó al 60%; se está quebrando la cadena de pagos entre las pymes, las automotrices están suspendiendo a sus trabajadores. El fin de ciclo se adelantó y el macrifascismo solo atina a atacar a la oposición.
Desde el primer día del régimen, la alianza de derecha Cambiemos se dedicó a transferir recursos hacia tres sectores: campo, finanzas y energía. La montaña de plata que ganaron se la llevaron. Para financiar la fuga el gobierno endeudó al país por una cifra inédita. Ahora el financiamiento se acabó y se acerca el default.
Por ahora el régimen intenta seguir devaluando con algún grado de control sobre el movimiento de la moneda norteamericana. Pero no tiene herramientas para lograrlo.
Lo que ocurrió el viernes -devaluación y suba del riesgo país al mismo tiempo-, indica que esta etapa de la corrida recién empieza y que en las próximas semanas el dólar puede cruzar los 40 pesos, como lo indican los mercados de cambio regionales.
Con todo esto la posibilidad de que la economía llegue equilibrada a las próximas elecciones se evapora. La recesión que viene será larga y profunda.
El ex hijastro de Flavia Palmiero se defiende atacando a la oposición y al hacerlo pone en peligro el pacto democrático. La degradación de la justicia jaquea el sistema institucional y a la vez arrastra a la economía.
En 2001 la crisis fue económica, social, política e institucional. Hoy ocurre lo mismo, pero a un ritmo más vertiginoso y con un gobierno que tiende a radicalizarse: crece la cantidad de presos políticos; se encarcela a empresarios sin antecedentes ni riesgo de fuga y se los coacciona para que digan lo que el juez quiere; se interviene y se embargan fondos a los sindicatos; se encarcelan dueños de medios críticos y se espía a la ex presidenta, a la familia Maldonado y a los familiares del ARA San Juan.
Las coimas en la obra pública son más viejas que el tren y la familia Macri estuvo y está en el centro de ese negocio desde hace medio siglo. Es obvio que este mani pulite de apuro solo intenta distraer la atención y perseguir a Cristina Fernández de Kirchner.
El lunes Bonadio pedirá su detención y desafuero. Cristina desconfía de Miguel Ángel Pichotto y el fantasma de Cristina presa toma forma.
El régimen no es el único que piensa en salidas por fuera de la vía democrática. El senador Pichotto no disimula su intención de prepararse para un reemplazo urgente vía Asamblea Legislativa, si Macri Blanco Villegas cae. Sus reuniones con los duhaldistas tienen ese propósito y no el de una absurda candidatura.
La guerra de intereses se salió de madre: hoy se enfrentan y se traicionan empresarios que hicieron negocios juntos durante décadas.
El hijo bobo de FrancoMacri se equivoca al atacar a las grandes empresas del país: van a ir a buscar refugio en el peronismo. Pero el poder más importante aún tiene como enemigo principal al kirchnerismo. Hablan con Massa, Randazzo y algunos gobernadores.
Los de afuera también juegan. Así como sucedió en Brasil, el lava jato barrió con inversiones de locales y chinas y abrió el camino a las multinacionales norteamericanas. Ese es el principal impulsor de Lawfare que persigue a dirigentes populares.
Lo que viene será peor. Con la historia argentina al día se puede vislumbrar que estos acontecimientos siempre terminan mal para los que menos tienen.
El futuro es incierto. Aún en el caso de que Cristina volviera al poder, sus enemigos se han vuelto muy poderosos. Habrá que barajar y dar de nuevo.
Fuente: editorial de Roberto Navarro para El Destape web
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