El obispo Santiago Olivera pidió “no mirar la historia con un solo ojo”, reclamó compasión para los acusados de crímenes aberrantes y acusó a los organismos de derechos humanos de “tergiversar la verdad”. Las Madres de Plaza de Mayo repudiaron sus expresiones.
Sin filtro, y a través del pasquín ultraoficialista La Nazión, volvió la teoría de los dos demonios de la mano de la máxima autoridad de la Iglesia católica ante las Fuerzas Armadas. “No podemos mirar la historia con un solo ojo, necesitamos una mirada compasiva sobre todos aquellos a los cuales les tocó vivir la locura del enfrentamiento fratricida de aquellas épocas”, escribió Santiago Olivera, obispo castrense, en referencia a la dictadura y los genocidas.
Sin ambages, el cura acusó a los organismos de derechos humanos de “tergiversar la verdad”, y ofició de vocero de los represores juzgados y condenados por delitos de lesa humanidad. “Embanderados en derechos del pasado se cometen hoy graves injusticias, la situación de muchos detenidos por delitos de lesa humanidad es una vergüenza para la república: una discriminación nunca vista en democracia”, dijo Olivera y esparció, una vez más, el vaho del sarcófago de la impunidad, rota por la lucha de cuatro décadas de las víctimas del terrorismo de Estado.
“Asco”, dijo sentir Nora Cortiñas, de Madres de Plaza de Mayo Línea Fundadora, consultada al respecto y reiteró que ya inició los trámites para renunciar al credo católico. “Sigue comprometido con el horror que pasamos”, manifestó por su parte Taty Almeida, de la misma organización.
“Los organismos lo fueron a ver a Olivera para seguir en su tarea de juzgamiento de la jerarquía eclesiástica, les prometió que los iba a llamar y nunca lo hizo. Hay tantos curas responsables del genocidio, y éste con sus palabras demuestra que sigue comprometido con el horror que tuvimos que soportar, al que sobrevivimos”, manifestó Almeida, en un alto de un festejo con sus compañeras, entre ellas Lita Boitano, de Familiares de Desaparecidos y Detenidos por Razones Políticas. “Según vemos, sigue intacta la complicidad de la jerarquía eclesiástica, que todavía no ha pedido perdón y encima habla de la teoría de los dos demonios. Ahora entendemos por qué nunca llamó”, agregó.
Olivera se expresó a través de una carta de lectores publicada antes de ayer en La Nazión. Allí invocó al Papa Francisco. “Hablar de cultura del encuentro, de la memoria sin ideología, de la verdad completa divide a los argentinos, nos polariza (...) Veo silenciados los sufrimientos de tantas víctimas de violencia perpetrados en tiempos de democracia equiparándolos a otras impunidades presentes (...) El papa Francisco nos recordó que la misericordia no excluye la justicia y la verdad”, fue la licencia que se permitió el sacerdote.
“Es lamentable que quiera involucrarlo así, extrapolando frases del Papa, que en su manera de sentir y con hechos está comprometido con nuestra búsqueda de justicia y memoria”, apuntó Almeida.
Casi al borde de lo apologético de la dictadura, e invocando supuestas garantías que en ningún caso han sido violadas durante el juzgamiento del genocidio, Olivera dijo en su carta que “muchos argentinos mueren en las cárceles o en sus domicilios sin condena (...) Más allá de imputaciones y penas, todo ser humano tiene dignidad y nadie puede ser privado de ella, porque todos podemos rehabilitarnos”.
Cortiñas respondió al salir de una actividad en el Congreso. “Estoy ofendida con la Iglesia, son los mismos que entregaron a los bebés de las detenidas, los que bendijeron los vuelos de la muerte, y su presión en contra de la legalización del aborto fue la gota que colmó mi vaso”, expresó, aún en silla de ruedas por una dolencia. “La misa que hicieron la misma noche que nos faltaban los votos me repugnó y fue tal el rechazo que sentí que prometí no estar ni un día más en este credo”, agregó.
La querida Norita enfatizó que le enviará su apostasía al Papa, y la entregará personalmente a monseñor Mario Poli, arzobispo de Buenos Aires. Además comentó que presentó un habeas data para que la Iglesia le entregue toda la documentación que tenga sobre ella. “Son unos hipócritas y mentirosos. Por querer influir en la feligresía contra el derecho de las mujeres a defender su cuerpo, como católica renuncio, no quiero ser socia del mal, creo en Dios pero mi iglesia es la de los curas del Tercer Mundo, que era la de mi hijo, la de la opción por los pobres”, concluyó.
Fuente: nota de Adriana Meyer para Página/12
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