La paciente psiquiátrica ambulatoria le advirtió el retrasado mental que si no apoyaba a Negri rompía Cambiemos. En la Rosada querían internas, pero decidieron no enfrentarla a riesgo de perder todo.
"Si el PRO no lo apoya a Mario, me voy de Cambiemos". Con esa frase, pronunciada en una reunión en la Quinta de Olivos con Miauricio Macri Blanco Villegas, Elisa Carrió selló la suerte de la alianza oficialista en Córdoba y dejó el terreno listo para una división que derivó en una derrota histórica.
La conversación se produjo en medio de los tironeos de los dirigentes cordobeses por la fallida interna para definir la fórmula para la gobernación. La desquiciada diputada se reunió con el ex hijastro de Flavia Palmiero y Marcos Peña Braun Menéndez y dejó claro que de ninguna manera aceptaría otra cosa que la candidatura de su amigo Mario Negri, según confiaron fuentes de la alianza de derecha Cambiemos.
Entre el idiota confeso y el jefe de Gabinete primaba la idea de avalar la interna si no había acuerdo, pero Carrió y Negri temían que el aparato radical de Ramón Mestre los dejara sin nada. La incogible líder de la Coalición Cínica recurrió a su habitual amenaza de romper Cambiemos para lograr sus objetivos (como hizo días atrás cuando Alfredo Cornejo pidió incorporara dirigentes peronistas) y lo consiguió una vez más. Macri Blanco Villegas y Peña Braun Menéndez prefirieron no confrontarla y ordenaron apoyar al diputado.
El planteo de Carrió era paradójico: si no se rompe Cambiemos en Córdoba, lo rompo a nivel nacional. La jugada descontaba que Mestre se iba a bajar sin el apoyo del hijo bobo de Franco Macri. En la Rosada le advirtieron a la enfermamental que eso no iba a pasar, que el intendente estaba decidido a jugar a pesar de que le habían ofrecido ser candidato a diputado y jefe de bloque. Pero ella aseguró que se bajaría. El error -compartido con Macri Blanco Villegas y Peña Braun Menéndez- fue grosero.
Lo peor de ese error inicial es que una vez que quedó claro que eso no iba a pasar, cuando Mestre presentó su lista y también la candidatura de Rodrigo De Loredo para intendente, la Rosada no tuvo muñeca para evitar males mayores. Esto es, cuando las encuestas empezaron a mostrar la posibilidad concreta de que el peronismo gane la capital provincial, la segunda ciudad del país y uno de los principales núcleos de poder del radicalismo.
Eso demuestra que al régimen no le interesa el interior, dijo una fuente de Cambiemos. En la mirada de Macri Blanco Villegas, Peña Braun Menéndez y Durán Barba lo único importante son Nación, la CABA y la provincia de Buenos Aires, el resto no les importa, lamentó el dirigente.
La consecuencia de esta cadena de traspiés fue el catastrófico resultado del último domingo, con Negri a más de 35 puntos de del ganador y Mestre apenas superando el diez por ciento, además de un triunfo del peronismo en la ciudad de Córdoba por primera vez en veinte años. Cambiemos perdió por paliza hasta en la localidad que lo vio nacer. La Rosada terminó ensayando una insólita negación de sus propios candidatos.
Como si los errores durante la campaña no habían sido suficientes, el domingo por la noche Carrió le apuntó al ministro del Interior, Rogelio Frigerio, por no haber ayudado a Negri. En el régimen hay bronca porque la diputada no respetó un acuerdo que habían alcanzado los propios candidatos radicales para que Macri Blanco Villegas, Peña Braun Menéndez y Frigerio no vayan a apoyar a Negri. En una reunión con Mestre (y también su rival) se acordó ese esquema a cambio de que el intendente no mande a sus congresales a romper la convención de la UCR. En la Rosada esperan que cumpla.
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