Juanjo Domínguez, uno de los grandes artífices de la guitarra en la Argentina, creador que dejó huella propia en la música popular argentina -en particular en el tango y en el folklore- murió ayer a los 67 años, tras varios años de enfermedad que lo obligaron a dejar de hacer lo que más amaba, tocar la guitarra.
La noticia fue confirmada por su familia a través de la página oficial de Facebook del artista, y desde entonces, innumerable cantidad de condolencias y de expresiones de dolor ante esta pérdida ratificaron su condición de artista querido, maestro y referente, además de admirado.
Oriundo de la ciudad bonaerense de Junín, Domínguez había nacido el 23 de octubre de 1951. Allí había comenzado a tocar la guitarra cuando todavía le quedaba demasiado grande el instrumento entre sus brazos, a los 5 años. Era tal el modo en que se destacaba -todo un niño prodigio- que a los 8 años ya estaba mostrando sus habilidades en Canal 7, en una audición junto al poeta Jaime Dávalos. A los 12 años se recibió como profesor de guitarra, solfeo y teoría en la Academia Oliva, de Lanús. Desde sus 14 años, trabajó profesionalmente como guitarrista, y a eso dedicó su vida. Comenzó acompañando al cantante de boleros Rosamel Amaya y a los cantantes de tango de la época.

“Yo disfruto mucho el encuentro improvisado. Cuando se improvisa en grupo, entre amigos, el disfrute es doble. Porque la música te conecta, a través de ella descubrís quiénes son los que están en la misma frecuencia que vos. A veces en una décima de segundo vos sabés cómo tenés que pasar la pelota para que haga el gol el otro. Eso es código”, decía también, con pasión y vehemencia música y futboleras.
Se movía con gran versatilidad tanto en el folklore como en el tango, como los géneros que le eran más propios, pero también en otros. Sus grabaciones son numerosísimas. “Muchas más de cien, seguro”, decía cuando se le preguntaba. Al frente de su cuarteto desplegó su amplio conocimiento de la música popular, y del tango en particular. Encaró homenajes integrales a The Beatles, Carlos Gardel, Alfredo Zitarrosa y Chabuca Granda. Estos últimos con un sello propio que armó de manera independiente, Junín Music. Formó trío con Colacho Brizuela y Lucho González (tres acompañantes de Mercedes Sosa), un dúo con Julio Pane (con quien registró el bello disco Un placer), entre muchas otras juntadas.

“La guitarra me lo dio todo”, decía como un resumen lógico de la relación que mantuvo toda su vida de su instrumento, al que rindió un particular homenaje en su disco Tiempo de guitarras. “Y también me sacó cosas, un matrimonio, por ejemplo. Pero no me quejo, yo elegí”, asumía en una entrevista periodística. Así siguió una carrera que lo llevó a ser reconocido como uno de los grandes maestros y referentes de su instrumento, a hacer giras por Japón, China, Estados Unidos, Europa y América, y a vivir “de la guitarra y con la guitarra”.
Sus restos son velados desde las 18 de ayer y hasta las 10 de este lunes, en la casa de sepelios Narváez de Burzaco, donde vivía.
Hasta siempre, Maestro. Gracias por tanto.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario