martes, 12 de febrero de 2019

La polémica entre la AMIA y la DAIA amenaza a Garavano y Rosenkrantz

Las relaciones entre presidente de la Corte y el ministro de Justicia con Agustín Zbar que pusieron en alerta a la desquiciada Elisa Carrió.


La inesperada polémica entre la AMIA y la DAIA por la querella contra Cristina Fernández de Kirchner ya le costó la presidencia de la asociación a Agustín Zbar (promotor del pedido para desistir de la acusación contra la ex presidenta) y ahora amenaza con salpicar al presidente de la Corte Suprema, Carlos Rosenkrantz, y el ministro de Justicia, Germán Garavano.

Es que hay rumores muy fuertes de que Rosenkrantz y Garavano habrían avalado -o al menos no habrían impedido- el pedido que hizo público Zbar y que generó una fuerte reacción de la DAIA, que terminó ratificando que sostendrá la querella contra Cristina. Los rumores indican que el texto de Zbar habría tenido colaboración de Federico Morgenstern, colaborador de Rosenkrantz y actualmente el secretario letrado en lo penal de su vocalía. Zbar y Morgenstern son amigos y el dirigente de la comunidad judía realizó correcciones y participó de la presentación del libro sobre Cosa Juzgada Fraudulenta.

Zbar también es amigo y fue socio de Rosenkrantz (que en la última cena de la AMIA lo definió como su "amigo de toda la vida"). En 1990 fundaron junto a Gabriel Bouzat el estudio Bouzat, Rosenkrantz & Zbar, que llevó ese nombre hasta 2001, cuando el tercero de ellos asumió como subsecretario de Justicia de la Ciudad de Buenos Aires. Las especulaciones indican que se habrían encontrado antes de la difusión de la carta.

Durante su paso por la gestión pública, Zbar quedó en la mira por el caso las hamburguesas contaminadas, cuando frenó una denuncia contra McDonalds, que justamente era defendida por el estudio de su amigo Rosenkrantz. El ahora ex presidente de la AMIA además tenía en su gabinete a Guillermina Rosenkrantz, hermana del juez.

Por otro lado, la carta de Zbar a la DAIA también habría contado con un guiño de Garavano. Según las fuentes, el ministro estaría preocupado por la denuncia que le realizó el radical Mario Cimadevilla por encubrir a los fiscales de la causa AMIA, Eamon Mullen y José Barbaccia. Hay quienes sostienen que Garavano está preocupado por esa denuncia y cree que en un futuro le podría traer problemas legales serios, sobre todo si hay un cambio de gobierno. Es por eso que algunos cree que la carta de Zbar fue un "guiño" a Cristina.

En ese sentido, ayer el periodista Ignacio Zuleta reveló que Elisa Carrió pidió investigar qué hay detrás del pedido de Zbar para desistir de la querella contra Cristina y apuntaría contra Garavano. La infornicable líder de la Coalición Cínica ya había denunciado al ministro cuando desistió de la acusación contra los fiscales y llegó a pedir el juicio político.

Un punto que no pasó desapercibido en toda la polémica por la carta de Zbar es el llamativo silencio del régimen macrifascista, que generalmente es el primero en salir a apurar a la justicia cuando se trata de causas contra el kirchnerismo. En este caso la Rosada se mantuvo al margen, con un silencio más que sugestivo.

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