Hijo de cubanos, lidera la línea dura republicana sobre Venezuela. En Washington lo consideran el "Secretario de Estado de Latinoamérica".
El senador Marco Rubio logró consolidarse como la fuerza detrás del agresivo giro de la administración de Trump hacia el regimen chavista. Este representante de La Florida que en la campaña presidencial pasada fue ridiculizado por Trump como "Little Rubio", a fuerza de perseverencia y en una alianza táctica con el vicepresidente Mike Pence, logró que el magnate revisara la posición no intervencionista y aceptara involucrar fuerte a Estados Unidos en Venezuela.
Rubio no oculta sus lazos con el impresentable Juan Guaidó, autopoclamado "presidente encargado" de Venezuela y sumó influencia en la Casa Blanca con el ascenso de Mike Pompeo a la Secretaría de Estado y John Bolton como asesor en Seguridad Nacional. Se trata de dos duros que propician un rol duro de Estados Unidos en el escenario global y no temen incluso en promover intervenciones militares y hasta cambios de gobierno.
Esta tendencia se agudizó con la salida del general John Mattis de la Casa Blanca. Este ex asesor en Seguridad Nacional era contrario a intervenir en Venezuela. Veterano de Irak y Afganistan conocía en carne propia que es fácil meterse en un conflicto armado, pero mucho más difícil salir.
En Washington consideran a Rubio como el arquitecto y "vocero en jefe" de la embestida contra Maduro y de hecho es por lejos el republicano que mas horas pasa en los medios argumentando en favor de una mayor intervención de Estados Unidos en el país caribeño.
"Rubio se convirtió en el virtual secretario de Estado para Latinoamérica, liderando y articulando la estrategia de la administración (de Trump) para la región desde el recinto del Senado y ante cada cámara de televisión que encuentra", señaló el sábado el influyente New York Times.
El senador es muy activo en sus redes sociales en la difusión de sus posiciones sobre Venezuela y hasta armó videos explicativos sobre el régimen chavista y el daño que le causó a su población.
El ascenso de Jair Bolsonazi en Brasil, respaldado por militares de línea directa con el Pentagono, terminó de dar sustento regional a la nueva política hacia Venezuela que impulsan Rubio, Pence, Pompeo y Bolton.
No parece un detalle menor que la Casa Blanca haya decidido enviar a Caracas a Elliot Abrahams, arquitecto del derrocamiento de Antonio Noriega en Panamá. Abrahams fue condenado por el escándalo de tráfico de armas y drogas conocido como Irán-Contras, y es junto a Bolton un viejo "halcón" republicano, que trabajó en las presidencias de Reagan y Bush padre, como recordó el periodista Salvador García Soto de El Universal, este ex secretario para Asuntos Latinoamericanos de Reagan, apeló a los carteles de droga para financiar la contra nicaraguense. Pompeo anunció públicamente que Abrahams será el encargado de conducir a Venezuela de regreso a la democracia.
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