El Papa Francisco descartó ubicar al Vaticano en el eje de los países alineados a Estados Unidos para respaldar al autoproclamado "presidente encargado" Juan Guaidó y pidió "grandeza a los que pueden ayudar a resolver" la crisis política y económica de Venezuela para evitar un "derramamiento de sangre".
"Yo apoyo a todo el pueblo venezolano", señaló Francisco para volver a poner el rol de la Iglesia Católica como posible garante de una mesa de diálogo: "Si necesitan ayuda, que se pongan de acuerdo y la pidan".
El Sumo Pontífice ya había utilizado el domingo en Panamá, en el cierre de su participación en la Jornada Mundial de la Juventud, el rezo del Ángelus, para introducir la crítica situación de Venezuela al exigir "una solución justa y pacífica para superar la crisis respetando los derechos humanos y deseando el bien de todos los habitantes del país". Por eso, en en el avión de vuelta a Roma, los periodistas acreditados lo consultaron para saber si el Vaticano se inclinaba por el eje internacional de respaldo a Guiadó, que lidera Estados Unidos y acompañan Argentina, Brasil y Colombia, entre otros países latinoamericanos.
"Yo apoyo a todo el pueblo venezolano, que esta sufriendo. Si yo entrara a decir hagan caso a estos países, o a estos otros me metería en un rol que no conozco. Sería una imprudencia pastoral de mi parte y haría daño", advirtió Bergoglio al despegarse de la alianza tejida por la administración de Donald Trump para poner fin al gobierno de Nicolás Maduro, pero sin pronunciarse abiertamente por los países que respaldan al presidente bolivariano.
El Papa se concentró en pedir "una solución justa y pacífica" para el país caribeño por aquellos que están "sufriendo mucho por todo esto".
"Me asusta el derramamiento de sangre. Y en esto pido grandeza a los que pueden ayudar a resolver el problema. El problema de la violencia, a mi me aterra", sostuvo Francisco y volvió a poner a la diplomacia del Vaticano como garante de un proceso de diálogo, rol que ya asumió la Iglesia Católica tras los violentos enfrentamiento registrados entre 2016 y 2017. "Si necesitaban ayuda para solucionar este problema que se pongan de acuerdo y la pidan", convocó el Pontífice a oficialistas y opositores.
A pesar de evitar ubicarse en cualquiera de los dos ejes internacionales en torno al conflicto venezolano -Rusia, China, México y Uruguay integran el bloque que exige la apertura de un diálogo-, Francisco puso como contraejemplo el retroceso en los diálogos de paz registrados en Colombia desde la asunción del uribista Iván Duque a la presidencia. "Después de todo lo que se había hecho en el pasado en favor de la paz, hace unos días tuvo lugar el ataque a la escuela de cadetes, que causó una veintena de muertos", señaló el Papa y calificó el hecho de "terrorífico".
Duque es uno de los mandatarios que replica la política internacional de Estados Unidos para la región. El secretario de Estado norteamericano, Mike Pompeo, se reunió con Duque en Cartagena para hablar de la situación de Venezuela, un día después de haber asistido a la asunción del ultraderechista Jair Bolsonaro el 1º de enero en Brasil. El viernes posterior a esa serie de reuniones, el Grupo Lima desconoció el nuevo mandato de Maduro y abrió al camino a lo que días después sería el reconocimiento simultáneo de Guaidó.
Durante su visita a Panamá, en el encuentro que mantuvo el jueves con los obispos centroamericanos, Francisco reivindicó al obispo de El Salvador, Oscar Arnulfo Romero, asesinado por los militares salvadoreños en 1980, y envió otro mensaje respecto de la injerencia norteamericana en la región: "El mañana exige respetar el presente dignificando y empeñándose en valorar las culturas de vuestros pueblos porque en esto también se juega la dignidad: en la autoestima cultural (...) Vuestros pueblos no son el `patio trasero´ de la sociedad ni de nadie".
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