lunes, 18 de junio de 2018

El flamante ministro de Energía fue el responsable de la construcción del puente ferroviario por el que no pasaban los trenes por ser muy angosto

Proveniente de los negocios del petroleo, Javier Iguacel llegó a la función pública como director de Vialidad Nacional. Ahora, reemplazará a Juan José Aranguren.


El flamante ministro de Energía Javier Iguacel comparte dos atributos con Mugrizio Macri Blanco Villegas. Es ingeniero de profesión -una rareza en política- y se declara admirador de Nelson Mandela.

Como Juan José Aranguren, su antecesor despedido, proviene del sector privado y estos dos años y medio al frente de la Agencia Nacional de Vialidad marcaron su incursión en política. 

El cargo representaba muchísimo más poder y exposición que la intendencia de la localidad bonaerense de Capitán Sarmiento, donde se crío y por la que compitió y perdió en 2015. Desde la sede del organismo sitiado en -con un presupuesto enorme- le dio dos alegrías al ex hijastro de Flavia Palmiero.

El primero, en la gestión, los kilómetros de asfalto son uno de los principales récords que el Gobierno levanta como una de sus principales banderas. El segundo, en la Justicia, con las denuncias que mandaron a Lázaro Báez a prisión y complican a la ex presidenta Cristina Fernández de Kirchner.

Pero también le dio algún que otro disgusto. Iguacel, como titular de Vialidad Nacional, fue el responsable de la construcción del puente ferroviario en las cercanías de Luján, por el cual no pasaban los trenes por ser demasiado angosto.

Padre de tres hijos, el 16 de octubre cumplirá 44 años. Como el poderoso Mario Quintana tiene formación marista. Estudió en el Colegio Manuel Belgrano y estudió ingeniería en petróleo en el Instituto Tecnológico de Buenos Aires (ITBA).

En Vialidad solían contar que en 1997 ingresó a trabajar en YPF, pero renunció dos años después, cuando el turco innombrable vendió la petrolera estatal a Repsol. Su trabajo en las privadas Pecom Energía y Pluspetrol lo obligaron a vivir en provincias productoras como Neuquén y Mendoza y también en países africanos como Angola.

Su patrimonio es abultado. En su declaración jurada de 2015, informó un patrimonio de $ 6 millones y cuentas en Gran Bretaña y en Uruguay, que -a diferencia del despedido Aranguren- decidió traer a la Argentina. Le gusta contar que su primer auto fue un ford A para manejarse en las calles del pueblo.

Es un usuario muy activo de Twitter, donde le gusta publicar buenas noticias. Ahora, deberá tratar temas más espinosos: fijar las tarifas de gas y electricidad.

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