Hace apenas un mes, la cadena Musimundo cerraba tres sucursales (Santa Fe, San Juan y Bariloche). Un vocero de la empresa informó entonces que estos cierres serían los últimos y representaban “la conclusión de un proceso de readecuación que comenzó el año pasado y que con estas medidas debería estar resuelto”.
Sin embargo, el pronóstico de la compañía no se cumplió. El viernes pasado cerró una de las principales sucursales de la cadena en la ciudad de Buenos Aires, sobre la avenida Cabildo entre Sucre y Pampa, en el barrio de Belgrano.
En la puerta del local emblemático los clientes se encontraron con una enorme persiana baja y varios carteles que indicaban asistir a otros locales.
No hubo información oficial sobre el destino de los empleados, pero las fuentes sindicales aseguraron que fueron despedidos. De esta forma, ya suman 32 las sucursales de Musimundo que fueron cerradas desde el año pasado a la fecha.
Este último cierre se sumó a los 3 de abril pasado y a otros 28 concretados en 2018, como el local emblemático de Callao y Corrientes en la Ciudad de Buenos Aires. También otros en localidades como Mercedes, Saladillo, Pehuajó, Bragado, Chivilcoy y Trenque Lauquén, en la provincia de Buenos Aires; Neuquén; Famaillá y Banda del Río Salí en Tucumán. Además, el centro de distribución ubicado en Resistencia, Chaco.
Hacia fines del año pasado, uno de los dueños de Musimundo, la chaqueña Carsa, logró salir de la convocatoria de acreedores luego de un acuerdo con los bancos.
Ese paso fue tomado como un indicador positivo por la calificadora de riesgo Fix, que confirmó la perspectiva a largo plazo de la firma como “Estable” y remarcó el saneamiento de su situación financiera. Pero algo no terminó de solucionarse.
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