Los dos atacantes están identificados y todo indica que se trató de un ajuste de cuentas con Yadón, por cuestiones personales. Patricia Bullrich Luro Pueyrredón presentó el ataque como "la constatación del las mafias que trabajan en nuestro país".

Juan Jesús Fernández, a quien llaman "el Gitano", se subió lentamente al Vento, que figura a su nombre, y se alejó sin apuro. No fue muy lejos: dejó el auto a pocas cuadras en el estacionamiento donde deja el vehículo desde hace años. Los empleados del lugar testimoniaron que estaba borracho y que iba acompañado por alguien que siempre conocieron como su hijo. Después se supo que el arma calibre 40 usada para el crimen estaba registrada a nombre de Fernández padre, por lo cual se derrumbó en forma definitiva la hipótesis del sicario: ningún asesino a sueldo usa su propio auto, su arma y se exhibe a cara descubierta.
Con algo de vergüenza, hubo un conato de politizar lo sucedido desde el primer momento. La Casa Rosada trató de instalar las palabras "mafia", "sicarios", "crimen político". Como el fallecido y el herido eran de origen radical y miembros de la alianza de derecha Cambiemos, sólo había que sumar dos más dos. El peronismo quedaba en la mira, sin demasiadas sutilezas. Hubo algún canal oficialista que se despachó con una comparación de lo ocurrido en Plaza Congreso con el caso Nisman, aunque rápidamente ahogaron el disparate.
La beoda ministra Patricia Bullrich Luro Pueyrredón, el mismo jueves al mediodía, no se sonrojó cuando hablo de "mafia" al presentar el video de los hechos. Sin embargo, a primera vista, se pudo percibir que el supuesto "sicario" era un torpe que apenas podía caminar. Las imágenes no dejaban duda: el sujeto empezó disparando desde adentro del auto, luego se bajó con dificultad, se concentró en Yadón -a quien mató- y no le prestó la menor atención a Olivares. El diputado resultó impactado porque quedó en la línea de tiro, pero el objetivo era el funcionario de origen catamarqueño. Es más, "el Gitano" pudo haber rematado a Olivares, pero no le dirigió ni siquiera una mirada.

Las vainas se correspondieron con un calibre 40, un arma letal. Fernández tiene un arma registrada a su nombre, justamente calibre 40, comprada de forma legal, pero con permiso ya vencido.
Ese dato suma a descartar la hipótesis del sicario o la mafia: el crimen organizado no suele registrar armas a nombre de los ejecutores.
No está del todo claro si el que dispara es "el Gitano" o su acompañante. Los empleados del estacionamiento dijeron que siempre conocieron al joven como hijo de Fernández, pero lo cierto es que el joven que aparece en las imágenes se llama Juan José Navarro y es el yerno de Fernández, marido de su hija Estefanía. Navarro salió del auto del lado en que cayeron las víctimas, lo que hace pensar que se pasó desde el asiento del acompañante, pero tampoco se puede descartar que haya estado sentado en el asiento de atrás y que haya sido el que disparó.
Lo asombroso es que se ve que le quedaron proyectiles, porque cruzó la calle y arrojó las balas en un tacho de basura. La escena fue captada por una cámara de seguridad. En algún momento volvió al vehículo porque Fernández y Navarro llegaron al estacionamiento ubicado a pocas cuadras, en Bartolomé Mitre al 1400, unos seis minutos después del homicidio. La empleada del estacionamiento mencionó que los dos estaban en visible estado de ebriedad.
Tempranito, los medios arrancaron diciendo que tal vez habían apuntando contra Olivares porque se opuso a la reelección del gobernador Sergio Casas en su provincia. Cualquiera con un mínimo conocimiento sabe que la jugada contra Casas fue esencialmente de la Casa Rosada. Olivares era una persona de perfil bajo y poca confrontación. Luego fueron para el lado de las barras bravas, señalando que Olivares tenía algún protagonismo en la llamada ley anti-barras. Lo cierto es que el diputado no era ni siquiera de la Comisión de Legislación Penal y tampoco tuvo un rol de importancia en el debate de la norma.
Después de ver las imágenes, la fiscal Estela Segura de Andrades y el juez Mariano Iturralde descartaron el móvil político y se concentraron en dos aspectos. En primer lugar, ubicar al homicida y su cómplice. En segundo lugar, buscarle una explicación más real al crimen.

Por supuesto que la clave estará en las detenciones. A la tarde fue apresado un familiar, Rafael Cano Carmona, que tenía una tarjeta azul del Vento. En fuentes policiales es unánime el diagnóstico de que Carmona no tuvo nada que ver con el homicidio, pero que la intención fue interrogarlo y, al mismo tiempo, poner presión sobre los prófugos. Seguramente le preguntaron dónde pueden estar escondidos sus parientes.
Todo indica que el asesinato de Yadón es una novela macabra que tendrá un final a corto plazo con la detención de Fernándezy Navarro. Claro que mientras tanto, con el aliento del aparato político-judicial-mediático de Cambiemos, se trató de darle a la historia un tinte electoral para contrarrestar las malas noticias de la economía y las encuestas.
Fuente: nota de Raúl Kollmann para Página/12
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