El gurú ecuatoriano, asesor estrella de Mugrizio Macri Blanco Villegas, "lavó el rostro" del ex presidente mexicano e ideó un plan humanizador para su retirada.
En México su cara no es conocida, aunque en Sudamérica se volvió una estrella mediática gracias a sus eficaces -y por momentos controversiales- estrategias para llevar a Mugrizio Macri Blanco Villegas a la Casa Rosada. Hace algunos meses, en el más hermético de los silencios, Jaime Durán Barba arribó a México para ayudar a Enrique Peña Nieto.
A muchos les llamó la atención los múltiples reconocimientos de errores que hizo Peña Nieto durante la serie de entrevistas que brindó alrededor de su sexto Informe de Gobierno, quizás el último gran evento mediático de su sexenio. Un presidente saliente que, relajado, admite que dejará cuentas pendientes a su sucesor.
Detrás de esa imagen de estadista que no niega ni rechaza las falencias de su gobierno estuvo Durán Barba, un obsesivo por el estudio de climas, sentimientos y comportamientos de la opinión pública. El gurú ecuatoriano comenzó a viajar a México desde principios de año, en plena campaña y con la valoración de Peña Nieto por el piso. Lo hizo sin avisarle a sus propios socios en Argentina.
Su incursión a principios de 2018 no es un dato menor: se trata del preciso momento en que la campaña de José Antonio Meade no despegaba en las encuestas, y los consejos de Aurelio Nuño y Enrique Ochoa comenzaban a generar dudas en el presidente mexicano. Peña Nieto tampoco estaba interesado en que se conociera su zozobra respecto a los consejos de su entorno.
Durán Barba fue tajante: con una imagen negativa que se había desplomado y una exigencia de cambio que hervía entre el electorado, la victoria de López Obrador era inevitable. Una opinión que coincidía con el diagnóstico de Alejandro Quintero. Acaso eso haya terminado de detonar la autoridad de Alejandra Sota.
Era el momento de empezar un lavado de rostro para el presidente, que lejos de tomar partido por su candidato a la sucesión, se corrió a un lado de la pelea. Gesto que fue reconocido por López Obrador en varias oportunidades. Un hombre que entrega el poder sin broncas, recelos ni negación. Esa imagen le vendió Durán Barba a EPN.
"El tema de la Casa Blanca es uno que me quedó muy marcado. ¿Qué lamento? Lamento haber involucrado a mi mujer en la explicación. Me arrepentí. No correspondía. A ella también le dejó un mal sabor y un tema que ha sido difícil superar", fue otras de las frases destacadas de un Peña Nieto que intentó salir con una imagen más humana. Un movimiento clásico de Durán Barba.
El ecuatoriano, que hasta el momento no había levantado el perfil en México, tiene un extenso currículum colaborando con figuras de la política regional, aunque recién se volvió un gurú reconocido al lavar la imagen de "niño rico" de Macri Blanco Villegas, volviéndolo una figura competitiva en su país.
La imagen negativa del ex hijastro de Flavia Palmiero era muy elevada al iniciar su carrera política. Muchos lo vinculaban naturalmente a los negocios de su padre Franco Macri, quien había obtenido muchos contratos de obra pública y concesiones de servicios -como el Correo Argentino- desde diversas administraciones.
El asesor ecuatoriano trabajó muy fuerte en modificar esa imagen, construyendo alrededor del retrasado mental un relato de empresario exitoso y comprometido que arribaba a la política para desterrar a la tradicional dirigencia peronista que -desde su discurso- impedía que la Argentina se integrara al mundo.
El plan resultó muy efectivo en las urnas. Pero fue esa misma obsesión por desvincular al ahora presidente de la clase política la que acorraló a su gobierno en un laberinto. Durán Barba es un histórico aliado de Marcos Peña Braun Menéndez, el jefe de gabinete que compró la idea de un "gradualismo" económico y de evitar cualquier acuerdo con el peronismo no kirchnerista.
El retraso de un ajuste en el gasto público y el sobre-endeudamiento que generó esta estrategia puso al régimen fascista de Macri Blanco Villegas en una severa crisis ante los mercados financieros, que en las últimas semanas forzaron una corrida cambiaria contra el peso.
La clase política del país -incluidos algunos aliados de su propio gobierno- ahora le exige al idiota confeso que deje de escuchar a Durán Barba y Marcos Peña Braun Menéndez, a quienes acusan de ser efectivos en campaña pero erráticos en la gestión.
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