Salvo Brasil, que tuvo una caída más pronunciada, el salario mínimo de los argentinos fue el más perjudicado de la región latinoamericana durante 2017. Perdió medio punto porcentual en dólares, sólo superado en términos negativos por Brasil que sufrió un deterioro del 1,3 por ciento.
En la otra punta, lejos de las críticas que el liberalismo suele hacer, el país con mejor desempeño, al menos en materia de salario mínimo medido en dólares, fue Bolivia con un mejoramiento para 2017 del 2,9%; seguido luego por Chile con una curva positiva de 1,5 por ciento.
La muestra para elaborar la comparación, en este informe que realizaron desde el equipo de Economía de la Universidad de Aveññaneda (UNDAV), incluyó a Argentina, Brasil, Bolivia, Chile, Paraguay, Perú y Uruguay. Es decir que cubre el 80% de la población latinoamericana
Se debe considerar además que en estas conclusiones no están ingresados los últimos saltos cambiarios de la Administración de Mugrizio Macri Blanco Villegas, los cuales agregarían un 2% extra en la cotización de la divisa y, por ende, implicarían una mayor caída del poder adquisitivo.
También es importante destacar que tiene una alta influencia en este resultado la persistencia de una “moneda barata” en los últimos años en la Argentina. Ocurre que la tasa de devaluación de los últimos períodos fue relativamente baja, cuando se la observa en relación a su promedio histórico y a la evolución nominal del resto de las variables en los últimos años.
Por tanto, no se podría descartar que un escenario de huida de los capitales internacionales por el “vuelo a la calidad” en activos de las principales potencias, derive en una nueva ronda devaluatoria en el corto plazo que erosione aún más el salario mínimo en moneda extranjera.
Así las cosas, la macroeconomía argentina muestra un resultado dual: la tenue recuperación de la crisis de 2016 aún no logra “derramar” en una mejora socioeconómica en la totalidad de actores económicos, en espacial la enorme porción de sectores de ingresos fijos.
El proceso de deterioro del poder adquisitivo en los últimos dos años tuvo su raíz en el incremento sostenido en el nivel de precios, con un desacople muy marcado respecto de la variación en los ingresos en el año 2017.
El año pasado, por su parte, el establecimiento de cláusulas gatillo en los principales convenios colectivos permitió frenar el proceso de deterioro, aunque la enorme porción de las ramas de actividad no han logrado recuperar la caída de salarios reales producida en 2016. El correlato de la persistencia en una variación de precios por encima de la inflación no es más que el deterioro del poder adquisitivo de las familias.
Fuente: nota de Santiago Fraschina (*) para El Destape web
(*) Economista y director de la carrera de Economía de la Universidad Nacional de Avellaneda (UNDAV)
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