El presidente vuela a Medio Oriente por recomendación de Cristina Fernández de Kirchner, mientras la Cancillería aún tramita los encuentros bilaterales con los jefes de Estado de Rusia, Francia e Israel.
Alberto Fernández partió ayer a las 14:05 a Jerusalén para participar de los actos oficiales del Día Internacional de Conmemoración del Holocausto, establecido por la UNESCO para recordar la liberación del campo de concentración y exterminio de Auschwitz-Birkenau que realizó el ejercito ruso en febrero de 1945. La ceremonia principal se hará en el museo de la Shoá Yad Vashem y está prevista la participación del vicepresidente americano Mike Pence, el líder ruso Vladimir Putin, el presidente francés Emmanuel Macron y Felipe IV de España, entre otros líderes mundiales.
El presidente no tenía intenciones de viajar a Medio Oriente, pero Cristina Fernández de Kirchner recomendó que partiera a Israel como gesto hacia los Estados Unidos, que es su principal aliado mundial y tiene un peso gravitante en la posición que presentará el Fondo Monetario Internacional durante las negociaciones formales con la Argentina.
La sugerencia de CFK ocurrió hace unos días durante una cena reservada, y el mandatario horas más tarde comunicó a la diplomacia israelí que se sumaría al homenaje internacional a los millones de judíos que fueron asesinados por Adolfo Hitler y sus lugartenientes. Hasta ese momento, la Casa Rosada no tenía asignado representante oficial y analizaba la posibilidad de enviar al canciller Felipe Solá.
Junto al jefe de Estado viajaron la primera dama Fabiola Yáñez, el canciller Solá, el secretario de Asuntos Estratégicos, Gustavo Béliz, el gobernador bonaerense Axel Kicillof, el diputado nacional Eduardo Valdés y el vocero presidencial Juan Pablo Biondi.
Ante la decisión de viajar a Israel para participar de una ceremonia con más 40 líderes mundiales, Alberto instruyó al canciller para que acuerde reuniones bilaterales con Putin, Macron y Netanyahu.
En Moscú aseguraron que “Putin tendrá una visita corta a Jerusalén y que es poco probable que decida aceptar encuentros bilaterales”. En París explicaron a este medio que Macron “tiene intenciones de reunirse con Fernández”, y que hará todo lo posible para mantener una reunión corta en un salón del hotel King David, donde se alojará la delegación argentina. Finalmente, en Tel Aviv, se argumentó que Netanyahu “está desbordado por la ceremonia oficial” y creen que hay pocas chances de un cónclave con el presidente argentino.
El líder ruso hará un gesto diplomático con Alberto Fernández porque ambos le darán forma a lo que se llama “diplomacia de a pie”: esto quiere decir que en algún momento de la ceremonia del jueves los dos harán un aparte y conversarán caminando o de pie. El temario sería: la construcción de una central nuclear, la posibilidad de hacer el tren a Vaca Muerta y las inversiones en agroindustria.
Mientras tanto, la diplomacia local confirmó que Alberto Fernández participará de una cena de Estado convocada por el presidente de Israel, Reuven Rivlin, junto al resto de los invitados especiales al acto internacional que rendirá tributo a los millones de judíos asesinados por el Tercer Reich. Esa cena será hoy en la residencia Beit HaNassi, que en las últimas horas fue transformada en una fortaleza infranqueable.
El jueves 23, en la madrugada de la Argentina, Fernández y su delegación oficial serán trasladados hasta el museo de la Shoá Yad Vashem, cuya finalidad establecida por el Parlamento israelí (Knéset) es documentar el Holocausto ejecutado por el nazismo. En Yad Vashem será el acto central en homenaje a las víctimas de la Shoá y su desarrollo se transmitirá a todo el mundo.
Pocas horas antes de regresar a Buenos Aires, el viernes, en Jerusalén, Alberto Fernández será recibido por su colega Reuven Rivlin. La reunión es protocolar y se presenta con agenda abierta. La intención del presidente argentino es aprovechar la oportunidad para explicar su política exterior y su intención de profundizar la relación bilateral.
Alberto Fernández aterrizará en Ezeiza el sábado 25 por la mañana. Estará pocos días en Buenos Aires: el 31 tiene una audiencia con Francisco, y su intención es volar a Roma dos días antes. Otra viaje complejo para el presidente y su mirada sobre el derecho moderno: propone despenalizar el aborto antes de que concluya este año, una iniciativa legislativa afín a su ideología que el Papa rechaza sin contemplaciones.
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