Santiago Cafiero y Felipe Solá si bien no tienen confirmado oficialmente que serán jefe de gabinete y canciller respectivamente, ya actúan de hecho como si lo fueran.
Sin soltar prenda sobre los nombres del gabinete -y asegura que tampoco habló al respecto con ninguno de sus colaboradores-, sólo queda observar y sacar conclusiones respecto a quiénes acompañarán a Alberto Fernández en caso de llegar a la Casa Rosada.
En principio, Santiago Cafiero y Felipe Solá si bien no tienen confirmado que serán jefe de gabinete y canciller, ya actúan de hecho como si lo fueran, tal como quedó patente en la reunión que mantuvieron el viernes con el presidente de Perú, Martín Vizcarra. Por otro lado, comentan que Fernández está muy entusiasmado con las ideas de modernización del Estado que le acercó Gustavo Beliz, quien aún se desempeña en el BID, pero que todo indica que ocupará un lugar en el próximo organigrama de gobierno. En cambio, de quien bajaron las acciones fue de Roberto Lavagna, de quien el candidato presidencial del Frente de Todos ya no habla como posible ministro.
Fernández, Cafiero y Solá ya funcionan como equipo y se los nota con buena sintonía interna. Cuando están juntos son de intercambiar bromas y comentarios. Si van a hacer alguna declaración, Cafiero y Solá se ponen de acuerdo con el candidato en el tono y el contenido de lo que van a decir. Por una rigidez incomprensible del protocolo peruano, la reunión en el Palacio de Gobierno se hizo en el formato que en la jerga diplomática se conoce como "uno más dos", que es el presidente más su jefe de gabinete y el canciller. Y no dejaron entrar a nadie más pese a que se trataba de un visita privada y no oficial, dado que Fernández no ocupa ningún cargo todavía. A Alberto lo acompañaron Cafiero y Solá como sus virtuales jefe de gabinete y canciller.
Solá se lució en la cena con Evo Morales con sus conocimientos de historia boliviana y de Santa Cruz de la Sierra, en particular, a donde viajó mucho por negocios en los ochenta. En un momento de la cena tuvo calor (en Santa Cruz hizo 35 grados el día de la reunión, algunos responsabilizan a los incendios por semejantes temperaturas en esta época del año) y amagó con sacarse el saco. “No, un canciller nunca se puede sacar el saco”, lo atajaron, en broma, sus compañeros de comitiva.
Del viaje participaron los intendentes Gabriel Katopodis y Juan Zabaleta, como un gesto a los referentes bonaerenses que se sumaron con entusiasmo al armado del Frente de Todos. En el avión que los llevó a Lima, Fernández los consultó mucho sobre cómo estaba la situación social en el conurbano bonaerense, preocupado por el empeoramiento de los índices. Katopodis, en especial, es uno de los intendentes que más se preocupa por la elaboración del mensaje y, en particular, de los planes que tendrá que poner en la próxima gestión. En la danza de nombres hay quienes lo mencionan ocupando un ministerio o un cargo referido a las pymes, dada la experiencia de su gestión en San Martín. Sin embargo, él le transmitió a sus colaboradores que no se ve con un cargo en el nuevo gabinete.
Otro que acompaña a Fernández en sus recorridos internacionales es Miguel Cuberos, ex subsecretario de Relaciones Institucionales en Economía e integrante del Grupo Callao. En su momento, Cuberos había armado un canal de transmisión por internet de las actividades del Parlatino que el actual régimen dejó fuera de servicio. Pero quien se muestra como un activo armador de la agenda de Fernández es el ex senador chileno Marco Enríquez-Ominami, con un surtida gama de contactos internacionales, especialmente en el campo del progresismo. El fue quien organizó la reunión en Lima, que sirvió para completar una minigira después del encuentro con Evo en Bolivia.
Con quien ahora conversa seguido Alberto Fernández es con Beliz, alejado desde hace muchos años de la política argentina. Quien fuera ministro de Justicia y Seguridad con Néstor Kirchner como presidente y Fernández como jefe de Gabinete, se fue a vivir a Washington luego de su enfrentamiento con el espía Jaime Stiuso pero volvió hace un tiempo a Buenos Aires, donde preside un instituto de integración regional perteneciente al BID. Ya se reunió varias veces con Alberto, quien escuchó sus ideas sobre reforma del Estado, especialmente con la incorporación de elementos de informática y robótica, con los que el candidato quedó maravillado y quiere aplicar. Beliz todavía es empleado del BID, así que no puede pasar a formar parte de los equipos del Frente de Todos, pero dialoga asiduamente con el candidato y -es un dato- sus funciones en el organismo internacional terminan el 1º de octubre.
Todo lo contrario ocurre con Roberto Lavagna. Luego de que Alberto Fernández manifestara en algunas entrevistas su deseo de que formara parte de su gabinete, el ex ministro le hizo llegar el mensaje que de esa manera le estaba bajando el precio a su candidatura presidencial, con la que obtuvo el 8,4 por ciento en las PASO. Pese a la proclamada intención de Lavagna de meterse a un eventual balottaje imaginando una caída brutal del macrifascismo en octubre, según las últimas encuestas conocidas, por ejemplo la de Ricardo Rouvier, eso no sólo no sucede sino que Lavagna baja unas décimas. El mensaje enojó bastante a Fernández, quien dejó de mencionarlo como posible colaborador y de imaginarlo como eventual ministro.
Fuente: nota de Fernando Cibeira para Página/12
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