Por Alejandro Duchini para Página/12
Los atletas no tienen acceso a comida en el CENARD. La explicación que les dieron es que no hay presupuesto.

Sus entrenamientos suelen ser a doble turno, por lo que se les hace imperioso almorzar en el Centro Nacional de Alto Rendimiento Deportivo. Ante esta situación, algunos se llevaron su comida, a pesar de que sería idóneo que se incluya en la inversión presupuestaria. El ticket de almuerzo tiene un costo de alrededor de 300 pesos, una cifra a la que no todos los atletas tienen acceso y menos si se debe abonar de lunes a viernes. Hubo un pedido para que se les cobre 60 pesos, lo que pagan los trabajadores de la agencia, pero no prosperó. En consecuencia, algunos deportistas debieron acortar sus turnos de entrenamiento y hacer sólo el matutino para ahorrarse el pago de la comida.
Hace unas semanas, le cuentan a este diario, a los atletas que llevaban sus viandas no les permitieron ingresar al comedor para almorzar tras unas cuatro horas promedio de entrenamiento. Se les dijo que era por una cuestión bromatológica. Desde entonces tienen que comer al aire libre. La situación fue remediada a medias porque ahora se los deja ingresar al comedor pero pusieron un biombo para supuestamente no contaminar alimentos.
Una fuente le explicó que de esta manera “de un lado quedan los trabajadores de las oficinas, que ocupan el 90 % del lugar, ya que son los que tienen la alimentación más económica o paga, y del otro algunos pocos nadadores, gimnastas, heptatlonistas y atletas que no cuentan con los beneficios de alimentación”.
“Estamos en el país del revés, donde se da espacio y apoyo a los oficinistas de una agencia de deportes y no a los deportistas”, se quejó la misma fuente.
“Son muchos los que viven de los deportistas paralímpicos, porque es una ‘causa noble’ que genera mucho dinero de sponsors internacionales. Lo que pasa es que algunos dirigentes una vez que logran cierto poder descuidan a los atletas”, comentó alguien ligado a la actividad deportiva que pide anonimato por posibles represalias.

El COPAR es el encargado de gestionar la participación de deportistas argentinos en encuentros deportivos nacionales e internacionales. A pesar del cambio de mando, todavía no se definió cómo será el calendario competitivo de 2020 ni los criterios de clasificación. Esto incide directamente en el entrenamiento de los deportistas y en su planificación. La Inspección de Justicia determinó que este tema deberá arreglarse de manera interna. Lo que está en discusión, entre otras cosas, es su presencia en los Juegos Paralímpicos de Tokio 2020, cuya inscripción cierra en mayo.
La cantidad de casos de atletas discapacitados que tuvieron problemas burocráticos para competir es extensa. Hernán Urra es lanzador de bala y ganó medallas en competencias internacionales, pero este año el Comité Paralímpico Argentino le puso trabas para que se inscriba en un torneo previo a los Parapanamericanos de Lima, a pesar de que se hacía cargo de los gastos. Sin embargo, no bajó los brazos, viajó y ganó una medalla de oro en Lima. Los problemas de inscripción se repitieron con otros atletas, como la velocista en silla de ruedas Lucía Montenegro -considerada entre las mejores del mundo-, o la premiada Alain Villamarín, con discapacidad intelectual y gran referente del salto en largo. Fue la primera argentina en ganar una medalla de oro en el World Parathletics Indoor, en Francia. Los casos son más. Muchos encontraron una respuesta positiva recién cuando hicieron pública su situación.
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