El presidente de la Cámara de Diputados criticó a la "corte de obsecuentes" que lleva al líder político al "fanatismo" y a "aislarlo de la realidad" y lamentó que en estos cuatro años no pudiera "recuperarse la unidad de los argentinos".
En un acto de balance de su gestión tras cuatro años, el presidente de la Cámara de Diputados, Emilio Monzó, se comprometió a "colaborar con el gobierno que viene" para que pueda "lograr la unidad nacional" y cerrar "la grieta".
En un discurso picante, el oriundo de Carlos Tejedor cargó contra "la corte de obsecuentes" que lleva al líder al "fanatismo" y a "aislarlo de la realidad", en una crítica que pareció dirigida al entorno político más próximo al hijo bobo de Franco Macri.
Las declaraciones de Monzó se enmarcaron en una ceremonia que se llevó a cabo en el Salón de los Pasos Perdidos del Congreso con la presencia de su equipo de colaboradores, autoridades de la Cámara y diputados nacionales de distintos espacios con los que tiene afinidad como Graciela Camaño, Luis Petri, Daniel Filmus, Marco Lavagna, Silvia Lospenatto, José Luis Gioja, Mario Negri y Javier David.
Exponente del ala blanda y dialoguista del PRO, Monzó había sido uno de los artífices de la construcción territorial de Cambiemos y de la exitosa campaña del 2015 que depositó a Macri Blanco Villegas en la Casa Rosada, pero al poco tiempo de rodaje de la gestión fue desplazado de la mesa de poder por el sector más ultra, y nunca más fue tenido en cuenta.
Reconocido por sus pares de espacios opositores como un hombre de diálogo, de buena llegada al peronismo, y constructor de consensos, Monzó se ganó la desconfianza del ala dura, representada por el jefe de Gabinete, Marcos Peña Braun, su némesis dentro de la coalición oficialista, a quien responsabiliza por haber convencido al ex hijastro de Flavia Palmiero de que la hiperpolarización de la sociedad iba a ser negocio electoral.
"Llevamos muchos gobiernos que son tomados -y esto es una tentación permanente- por la corte de obsecuentes que tienen un elemento narcótico que es la adulación al líder", reflexionó.
Al respecto, señaló que en esa adulación, el obsecuente logra "perdurar en el cargo, pero principalmente lo que consigue es llevar al líder a una zona de confort, a un fanatismo, a aislarlo de la realidad".
"Hay que terminar con ese tipo de Gobiernos y empezar a colocar a funcionarios que tengan prestigio propio", sostuvo, al tiempo que señaló que al comienzo de su gestión "tenía mucha ilusión" de que en estos cuatro años pudiera "recuperarse la unidad de los argentinos" y reconoció que "lamentablemente eso todavía no ha ocurrido".
"Me duele mucho que Argentina todavía no esté unida, me duele mucho que no hayamos eliminado la grieta todavía", lamentó, pero no obstante expresó que "tengo muchas esperanzas. Voy a colaborar para cualquier gobierno pero en particular para el gobierno que viene para lograr la unidad de los argentinos".
En otros pasajes de su discurso, Monzó se deshizo en elogios a los miembros de su equipo de trabajo, a los diputados de su riñón como Massot y Lospenatto, y destacó la gestión de su antecesor, el peronista Julián Domínguez, de quien dijo que le dejó "la vara en un lugar bastante alto".
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