El riesgo de la estrategia es que finalmente comience el ciclo de crecimiento que viene anunciando el mercado desde hace años.
En los pocos días que lleva liberado, el ex presidente de Brasil Lula Da Silva dejó en claro que su estrategia para liderar la oposición al régimen de Bolsonazi se centrará en la agenda económica.
Tanto en el acto celebrado afuera de la prisión de Curitiba como en su discurso del sábado frente al Sindicato de Trabajadores Metalúrgicos de São Bernardo do Campo, Lula atacó permanentemente el plan económico del ultraliberal Paulo Guedes, a quien llamó "demoledor de sueños" y "destructor de empleos".
"Es un proyecto económico que va a empobrecer aún más a la sociedad brasilera. Este país está siendo destruido. Yo no puedo ver cómo aumenta el número de gente durmiendo en la calle. No es posible que los ricos sean cada vez más ricos y los pobres cada vez más pobres. Los 200 brasileros más ricos tienen más dinero que los 100 millones más pobres", afirmó.
"Hay más de 40 millones de personas -casi el 50% de los trabajadores ocupados- que está ganando 413 reales por mes (99 dólares). Sería importante que el gobierno agarre esos 413 reales y trate de pagar la comida de su familia por un mes entero", agregó en referencia a la fuerte precarización del ámbito laboral.
A pesar de que durante la gestión Bolsonazi se produjo una tímida creación de puestos de trabajo, la mayoría de ellos se dio en el sector informal que alcanzó el récord histórico de 41,4% en el segundo trimestre del año, mientras que el número de brasileros que dejaron de buscar empleo por "efecto desaliento" alcanzó los 4,9 millones según el Instituto Brasileño de Geografía y Estadísticas (IBGE).
En este marco es que Lula dijo que "el pueblo está manejando Ubers y repartiendo pizza", ya que esta plataforma pasó a convertirse en uno de los principales empleadores del país con más de 600.000 conductores asociados.
En contraposición, el ex presidente recordó que en 12 años los gobiernos del PT generaron "22 millones de empleos registrados", cuyos salarios alcanzaban para que la gente "pueda ir al cine, al teatro, tener auto, computadora, celular, ir a un restaurante o comer un asado".
Respecto a las principales reformas impulsadas por Bolsonazi, el líder petista apuntó contra el nuevo régimen previsional. "La jubilación que quieren acá es la que tienen en Chile, es por eso que el pueblo de Chile está en la calle", dijo, para después encarar el debate en términos personales.
"Mientras yo estaba en la fábrica de tornillos, Bolsonaro encontró una forma de no trabajar. Hizo el servicio militar y se pudo jubilar muy joven. Ahora este ciudadano que nunca trabajó y que se jubiló muy joven, quiere alargar las jubilaciones. Yo quiero que me expliquen cómo alguien que nunca cobró un salario mínimo resolvió no aumentar el salario mínimo por dos años", agregó.
El discurso de Lula sorprendió a algunos analistas, dado que se trata de una estrategia arriesgada que se da justo cuando el mercado prevé el comienzo de un crecimiento económico, que de todos modos, ya había sido anunciado sin éxito para el 2019.
"Yo no estoy muy seguro del crecimiento porque el diagnóstico del gobierno es que la política monetaria será el gran empuje del PBI, algo que no viene teniendo éxito en Japón, Europa o Estados Unidos. Pero incluso si llegara a darse, el grado de precarización será lo suficientemente alto para que Lula siga haciendo foco en la economía", indicó el analista político brasileño Marco Bastos.
"Hay que plantearse qué tipo de empleos van a ser creados en este ciclo de crecimiento. En el ciclo de Lula hubo mucho empleo en blanco y el sector de servicios fue el principal impulsor. Acá parecería que será muy distinto. El empleo en negro está muy alto y su propensión marginal a consumir es más baja porque no tienen garantías de estabilidad financiera", añadió.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario