El flamante ministro de Hacienda antes reunió a su equipo en su casa para hacer un primer abordaje de la crisis que hereda.
Hernán Lacunza sabe que no tiene tiempo y por eso ayer mismo convocó a todo su equipo a su casa para preparar el aterrizaje en el Palacio de Hacienda.
Fue un domingo interminable, ya que después de eso se juntó con Nicolás Dujovne y su ex funcionario y actual presidente del Banco Central, Guido Sandleris.

Damián Bonari (su reemplazante en la provincia de Bueno Aires), Sebastián Katz, Milagros Gismoni y Pedro Rabasa, entre otros de sus más cercanos se reunieron ayer a la mañana con Lacunza.
Todavía no está claro si reemplazará a los dos subsecretarios de Dujovne, confirmaron fuentes del régimen macrifascista. Son dos cargos claves: el secretario de Hacienda, Rodrigo Pena, a cargo de controlar el cumplimiento de las metas fiscales, que con el último paquete volaron por el aire y el secretario de Finanzas, Santiago Bausili, con la delicadísima tarea de conseguir financiamiento en un escenario imposible.

El otro lo aguarda este martes, cuando abran los mercados. Habrá que ver como procesan que el retrasado mental haya decidido dejar a Marcos Peña Braun Menéndez en su cargo. Con un agravante: este martes el Banco Central deberá pagar U$S 3000 millones a un grupo de bancos de Estados Unidos por un préstamo para reforzar reservas con garantía de bonos, pero con una cláusula de que si caía el precio por debajo de un umbral, había que pagar todo el préstamo.
Y el miércoles los gobernadores se reunirán en el Consejo Federal de Inversiones (CFI) para rechazar el último paquete de medidas que desfinancia a las provincias. Lacunza empieza así tres meses que parecerán años.
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