El clarinista titular de la Corte Suprema afirmó que la justicia argentina "está ante una crisis de legitimidad" y afirmó que "los argentinos están perdiendo la confianza en el Poder Judicial".
El titular de la Corte Suprema, Carlos Rosenkrantz, dio inicio formal al año judicial con un discurso en el que dijo que la justicia argentina “está ante una crisis de legitimidad” porque “los argentinos están perdiendo la confianza en el Poder Judicial”.
“Los jueces deben ser refractarios a intereses personales y políticos”, sostuvo el esbirro de Héctor Magnetto, devenido en presidente del máximo tribunal. Antes, consideró que “toda crisis de legitimidad es una crisis de confianza”.
Rosenkrantz expresó que “la Justicia argentina está frente a un desafío institucional que consiste en superar la crisis de legitimidad que nos afecta. No es insuperable, estamos a tiempo de revertirla”. En ese sentido confió “en la capacidad” de los jueces, fiscales y demás funcionarios del Poder Judicial.
“La legitimidad del Poder Judicial es esencial. Un Poder Judicial sin legitimidad no puede ser eficaz”, lanzó el sorete mal cagado, quien remarcó que esa legitimidad surge de los fallos que emiten los jueces.
“Hay dudas de que nos comportemos como verdaderos representantes de una democracia republicana. Debemos demostrarlo todos los días”, añadió.
En otro pasaje de su discurso, el titular de la Corte expresó que “pertenecer al Poder Judicial no es un privilegio” y aseguró que “estamos para servir a la ciudadanía con una particular prestación: el derecho. Para servir no podemos buscar el poder. La percepción de que somos poderosos no ennoblece, sino que por el contrario mansilla nuestra investidura”.
“La desconfianza de nuestros ciudadanos en el Poder Judicial ha nacido en parte porque existe la sospecha de que servimos a intereses diferentes al derecho. Debemos mostrar que no es el caso. No nos servimos del derecho, sino que servimos al derecho. Debemos demostrar que somos refractarios a cualquier tipo de interés personal y político”, afirmó el hijo de puta.
“Lleva tiempo y constancia. Cualquier claudicación dará la idea de que en los jueces no se puede confiar”, y, además, afirmó que ser juez “tiene un precio alto” pero “debemos convivir con la falta de popularidad por nuestras decisiones” porque “la legitimidad de los jueces se basa en las decisiones que toman”.
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