Sin usar la expresión “gatillo fácil” pero en alusión clara al fenómeno, el Papa se refirió hoy en Roma a los asesinatos que comete el Estado. Ante la Comisión Internacional contra la Pena de Muerte llamó la atención “sobre las ejecuciones extrajudiciales, sumarias o arbitrarias, que son un fenómeno lamentablemente recurrente en países con o sin pena de muerte legal”.
La definición usada por Francisco en el Vaticano fue precisa: “Se trata de homicidios deliberados cometidos por agentes estatales, y a menudo se los hace pasar como resultado de enfrentamientos con presuntos delincuentes o son presentados como consecuencias no deseadas del uso razonable, necesario y proporcional de la fuerza para proteger a los ciudadanos”.
Dijo el Papa que “todo uso de la fuerza letal que no sea estrictamente necesario para este fin solo puede ser reputado como una ejecución ilegal, un crimen de Estado”.
El mensaje papal (que puede leerse completo clikeando aquí) se produce días después de que en la Argentina la beoda ministra de Seguridad, Patricia Bullrich Luro Pueyrredón, quiso abolir principios jurídicos nacionales e internacionales mediante un protocolo que quita límites a las fuerzas de seguridad.
Durante el último fin de semana sesionó el Quinto Encuentro Nacional de la Red de Familiares contra la Tortura y otras Violencias Estatales. Convocado por la Comisión Provincial por la Memoria, juntó a familiares de 500 víctimas. Terminaron marchando a Monte Grande para protestar contra la masacre de la comisaría tercera de Esteban Echeverría, que se cobró diez vidas por el incendio no detenido a tiempo en una celda de la bonaerense.
En otra parte del mensaje, consideró Francisco que “las reflexiones en el campo jurídico y de la filosofía del derecho se han ocupado tradicionalmente de quienes lesionan o interfieren en los derechos de los demás” pero que “menor atención ha suscitado la omisión de ayudar a otros cuando podemos hacerlo”. En el ámbito de la justicia penal, “ello implica una mayor comprensión de las causas de las conductas, de su contexto social, de la situación de vulnerabilidad de los infractores a la ley y del padecimiento de las víctimas”.
Lo que el Papa llama “cultura del cuidado” sería el marco de lo que define como “auténtico desarrollo” basado en el concepto de “amor social”.
En su discurso, el Bergoglio reconoció que en el pasado “incluso en el Estado Pontificio se ha recurrido a esta forma inhumana de castigo, ignorando la primacía de la misericordia sobre la justicia”. Eran épocas pasadas, cuando el recurso a la pena de muerte podía aparecer “en algunas ocasiones como una consecuencia lógica injusta” porque “se carecía de los instrumentos de los que hoy disponemos para la tutela de la sociedad y aún no se había alcanzado el grado actual de desarrollo de los derechos humanos”.
Francisco recordó que el propio Catecismo fue reformado, y hasta quedó reconocida la responsabilidad de la Iglesia católica sobre ese pasado, con una mentalidad “más legalista que cristiana, que sacralizó el valor de leyes carentes de humanidad y misericordia”.
Incluso serían “una forma de pena de muerte encubierta” las prisiones perpetuas, “que quitan la posibilidad de una redención moral y existencial”.
La conclusión es que, si “Dios es un Padre que siempre espera el regreso del hijo que, sabiendo que se ha equivocado, pide perdón e inicia una nueva vida”, no se le puede quitar a nadie “la vida ni la esperanza de su redención y reconciliación con la comunidad”.
Fuente: nota de Martín Granovsky para Página/12.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario