En medio de la conmoción por el ataque a la maestra, los docentes de la escuela 801 contaron que mantienen la olla popular en la puerta de la escuela, aunque no haya clases, para no discontinuar el servicio de comedor. "Muchos nos piden llevar la comida a la casa para compartir con sus familias", contó la directora.
Leila Méndez Redilla, la directora del CEC 801 |
Los docentes del Centro Educativo Complementario 801 no salen de la conmoción tras el ataque contra la maestra Corina de Bonis, que fue golpeada, encapuchada y torturada por tres hombres el miércoles a la tarde, a plena luz del día, como represalia por la olla popular que la comunidad mantiene en la puerta de la escuela para que los chicos no pierdan el servicio de comedor. “No nos podemos explicar lo que pasó, no entendemos, estamos sobrepasados”, se lamentó la directora de la institución.
Leila Méndez Redilla, la directora del CEC 801, fue la primera en enterarse del ataque. Contó que a las 17 de antes de ayer, junto con De Bonis cerraron la escuela como todos los días, se despidieron y tomaron caminos por separado. “Corina se fue caminando porque vive cerca. Al rato me llama y me cuenta en shock que la abordó un auto con tres hombres, que la golpearon, la encapucharon y mientras le escribían el mensaje en el abdomen le dijeron ‘el que avisa no traiciona’”, contó Méndez Redilla ayer a la mañana.
La directora acompañó a la maestra a hacer la denuncia y luego al hospital, donde fue revisada y atendida psicológicamente. Según la reconstrucción del hecho que puedo hacer De Bonis en el primer momento, cuando todavía estaba en estado de shock, el ataque fue muy rápido. La subieron a la fuerza al auto y luego, dos cuadras más tarde, después de grabarle el mensaje mafioso con un punzón, la arrojaron a la calle.
“En la piel la herida es superficial pero en el alma es tremenda”, se lamentó la directora de la escuela, que contó que por las tres amenazas anteriores ya habían dejado de hacer la olla popular.
Corina De Bonis |
Desde la explosión en la escuela 49 de Moreno, el 2 de agosto, donde murieron la vicedirectora Sandra Calamano y el auxiliar Rubén Rodríguez, se suspendieron las clases en todas las escuelas del distrito por la situación crítica de infraestructura de los establecimientos.
“Hasta el jueves pasado estábamos sosteniendo una olla popular a cargo de los maestros y vecinos que colaboraban solidariamente para seguir brindando el servicio de comedor a los chicos. Durante todo ese tiempo tuvimos tres amenazas para que dejáramos de hacerla”, remarcó la directora del CEC 801, en declaraciones radiales.
La directora contó que después de la tercera amenaza, que advertía a los docentes que “la próxima olla” la iban a hacer “en Guemes y Roldán” donde está ubicado el cementerio municipal de Moreno, decidieron discontinuar el comedor por miedo y “con todo el dolor porque sabemos que los chicos dependían de eso para comer”. Sin embargo, los padres de la comunidad y los vecinos decidieron mantener la olla y ellos también fueron amenazados. “No entendemos a quién estamos molestando. Son 250 alumnos que vienen a comer, muchos nos piden llevar la comida a la casa para compartir con sus familias y en la medida que podemos siempre se la entregamos. Es una realidad que está creciendo”, finalizó Méndez Redilla.
El marido de Corina de Bonis también se lamentó “muchísimo” la situación que le tocó vivir a su esposa. “La angustia por las amenazas era tema de todos los días. Estaba muy preocupada”, contó Leonardo Prizzi. “No es lo mismo darle de comer a los chicos adentro de la escuela que en la vereda. Los chicos tienen que comer no hay otra opción. Llegar a esto es terrible”, agregó.
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