martes, 5 de noviembre de 2019

Alberto Fernández trasladó sus oficinas a Puerto Madero

Por la transición, se buscó un lugar más amplio para que los equipos del futuro gabinete puedan trabajar


Desde ahora y hasta el 9 de diciembre, las crónicas periodísticas dejarán de mencionar México 337 como punto de encuentro. Apenas Alberto Fernández viajó al Distrito Federal, su equipo inició la mudanza de sus oficinas. ¿La razón? La ex fábrica de muebles que ocupó hasta el viernes le quedaba chica. El nuevo espacio se mantendrá hasta que asuma como presidente, según indicaron allegados al presidente electo.

El espacio, moderno, con piso de cemento alisado y decoración minimalista, tenía sólo dos oficinas chicas, una de ellas ocupada por Santiago Cafiero, coordinador del equipo, una sala de reuniones con una mesa con capacidad para no más de unas doce personas, la oficina del entonces candidato a presidente y un espacio en la planta superior donde se ubicaban los integrantes de los equipos de redes y Comunicación. Para encuentros más grandes durante la campaña, el Frente de Todos alquiló varias veces un salón de eventos ubicado justo cruzando la calle. El lugar tenía otro problema: una sola entrada, lo que ante la demanda y expectativa generada por Fernández empezó a dificultar la privacidad y el ir y venir del entonces candidato. Sin embargo siempre dijo que no quería vallados por lo que continuó centralizando allí todas sus actividades hasta la última semana.

Ahora, el lugar no resulta funcional. Por falta de espacio días atrás los equipos técnicos se reunieron en la sede de la Universidad Metropolitana para la Educación y el Trabajo (UMET) en la calle Sarmiento. Allí Fernández recibió a la misión del Fondo Monetario Internacional. Pero necesitan, explicaron, centralizar, reunir a más gente para trabajar en un punto fijo y evitar pérdidas de tiempo en viajes. La decisión de la mudanza se tomó días atrás pero dicen que estaba planificada con la convicción de que ganarían en primera vuelta. El fin de semana ya terminaron de llevarse todo el mobiliario y hasta efectos personales. Es una de las razones por las que Cafiero se quedó en Buenos Aires y esta vez no viajó junto a Fernández que ayer se encontró con el presidente mejicano Manuel López Obrador.

La mudanza se hizo en sigilo desde San Telmo a un edificio, cercano, en Puerto Madero. La ubicación fue elegida estratégicamente para estar cerca del departamento donde vive el presidente electo, de la Casa Rosada y de varios ministerios. El departamento consta de varios ambientes, son oficinas con privacidad y salas de reuniones. La dirección se intenta mantener un poco más en reserva.

Desde México 337 se llevaron libros, cuadros, mobiliario y souvenirs que Fernández recibió durante la campaña, como un osito que le regaló una niña, varios cuadros con imágenes del perro Dylan, fotos familiares y cuadros de artistas contemporáneos.

La otra razón por la que el coordinador de campaña y equipos no viajó fue porque es uno de los cuatro que integran la comisión de enlace con el régimen de Miauricio Macri Blanco Villegas. Pero ni él ni Gustavo Béliz, ni Vilma Ibarra ni Eduardo "Wado" de Pedro se instalarán en Casa Rosada, según aseguraron. Lo harán, de acuerdo al lugar en el que cada uno de ellos sea designado, después de la asunción presidencial. 

Según cuentan en el entorno de Fernández, coordinarán la transición desde ese nuevo departamento de oficinas. No quieren dar la sensación de que se co-gobierna por lo que mantendrán la distancia física y simbólica respecto al actual régimen. Sí pedirán actualizar números de la administración para poder avanzar en iniciativas propias como el plan contra el hambre, la desdolarización de tarifas, el plan de empleo y viviendas y varias políticas públicas en las que siguen trabajando casi como si estuvieran en gestión. Más allá de la precisión del diagnóstico están convencidos de que muchos de los proyectos dependen más de la decisión política que de los presupuestos. No será fácil, de todos modos, congeniar las buenas noticias prometidas con la realidad estructural.

Además del cuarteto elegido para coordinar el intercambio de información con los funcionarios actuales, un equipo de 40 personas analiza la información pública a la que tienen acceso. Necesitan, afirman, actualizar esos datos en reuniones con ministros o secretarios de Estado. Entre los que trabajan y que tendrán un lugar fijo o rotativo en Puerto Madero se menciona a los habituales como Matías Kulfas, Cecilia Todesca y Guillermo Nielsen (todos pasaban pero ninguno tenía oficina propia), también los de trato cotidiano y los habitué aunque de funcionamiento periférico.

En la lista de 40 se encuentran también: Nicolás Trotta, María Eugenia Bielsa, Daniel Arroyo, Gabriel Katopodis, Fernando ‘Chino’ Navarro, José Ignacio de Mendiguren, Mercedes Marcó del Pont, Cecilia Nahón, Victoria Tolosa Paz, Diego Gorgal, Pancho Meritello, Miguel Cuberos, Malena Galmarini, Alberto Iribarne, Guillermo Oliveri, Carlos Montero, Claudio Moroni, Miguel Pesce, Paula Español, Juan Cabandié, Felipe Solá, Juan Pablo Biondi Claudio Ferreño, Marcela Losardo, Eduardo Valdés, Luana Volnovich y Tristán Bauer. Varios de ellos suenan como ministeriables pero sólo Cuberos, Kulfas, Todesca, Solá y el vocero Biondi están ahora en el viaje a México.

Entre los temas en los que avanzan están los proyectos de ley, aún no redactados pero sí conversados en campaña y con más énfasis durante la semana post elección entre Alberto Fernández, Cristina Fernández de Kirchner y Sergio Massa. En primer lugar, el Presupuesto 2020 que se modificará el presentado por Cambiemos para no reiniciar el trámite. Habrá nuevas metas y cambios de partidas pero recién se hará después de la asunción presidencial con los nuevos diputados y senadores ya en sus bancas. Es la razón por la que el presidente electo podría convocar a sesiones Extraordinarias.

En ese contexto, Fernández empezó a conversar con gobernadores no alineados al Frente de Todos. Arrancó por Omar Gutiérrez, del Movimiento Popular Neuquino, con quien hay más simpatía política y personal y también, históricamente, coincidencias entre sus partidos. En esta elección el MPN fue con lista corta y su candidato a senador, Omar Pereyra, secretario general del gremio de los Petroleros, perdió. Pereyra se votó a sí mismo, contó, y a los Fernández en la presidencial, en línea con lo dispuesto por su gremio.

En el Congreso, el Frente de Todos quedó al borde del quórum propio en Diputados y justo en el Senado. Necesita de esas fuerzas y del diálogo político para avanzar en sus propuestas. Cambiemos será la primera minoría en la Cámara baja donde los más dialoguistas terminan su mandato como Emilio Monzó, Nicolás Massot y Daniel Lipovetzky.

Para garantizar la gobernabilidad y por afinidad el jueves pasado Fernández se reunió durante más de una hora y media con Roberto Lavagna. Después de conversar con el ex ministro y ex candidato a presidente se fue a cenar con Cristina Fernández, la vicepresidenta electa. Los dos lo querían como ministro pero por ahora plantean abrir diálogo con un sector con el que comparten diagnóstico y trayectoria. También habrá charlas con Graciela Camaño. Massa no se da por vencido y cree que algún día volverán a trabajar juntos.

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