Oficialmente, el régimen descarta la versión y asegura que ni siquiera lo permite la Constitución. Constitucionalistas dieron otro diagnóstico: sí, se puede.

El ex hijastro de Flavia Palmiero, ajeno a todo, se dio el sábado por la tarde un baño de popularidad en el coqueto barrio de Belgrano, donde obtuvo casi el sesenta por ciento de los votos en las PASO. La puesta en escena incluyó un viaje en tren desde Olivos hasta la flamante estación en altura inaugurada justo antes de las PASO, en un vagón reservado especialmente para él, sus colaboradores más cercanos y un puñado de simpatizantes seleccionados para oficiar de extras.
También se repartieron volantes con las letras de las canciones que debía cantar la multitud para complacerlo. Unas cinco mil personas se prestaron a la ceremonia, en la que el retrasado mental prometió revertir el resultado electoral. Abundaban las banderitas argentinas y el promedio de edad y de ingresos, como en todos los actos del oficialismo, era elevado. El subnormal consiguió que lo acompañara Horacio Rodríguez Larrata, que juega su propia carrera a evitar el balotaje con Matías Lammens. La ausencia de María Eugenia Vidal, en tanto, resultó indisimulable.

“Quiere irse dejando una mejor imagen, rodeado de argentinos que aprecian el trabajo que hizo”, es la explicación que ensaya su confidente.
Ese entusiasmo se reflejó en las cuentas de sus redes personales, donde la convocatoria a la Marcha del #SíSePuede se volvió casi una obsesión. Desde que lanzó el slogan, el idiota confeso tuiteó cincuenta y seis veces: veinticuatro de esos mensajes, prácticamente la mitad, los dedicó a invitar a sus simpatizantes a participar. En su muro de Instagram, hizo tres publicaciones alusivas durante las 24 horas previas a la cita. A pesar de ser un furibundo antipopulista, el mandatario le tomó el gustito a las manifestaciones de apoyo populares. En la intimidad se pregunta por qué no lo hizo antes.
El entusiasmo de Macri Blanco Villegas contrasta con las dificultades que encuentran Marcos Peña Braun y su equipo de colaboradores, encargados de organizar la gira por el interior del país, a la hora de encontrar locaciones donde el pelotudo sea bienvenido. Entre negativas y teléfonos apagados, “los Chalchaleros” programaron el primer tramo de la recorrida con un itinerario curioso: después de la Comuna 13 y de Junín, donde estará hoy junto a María Eugenia Vidal, el martes visitará, en Córdoba, las localidades de Tránsito (3032 habitantes, según el último censo), Santiago Temple (2703) y Río Primero (7044).

El jueves será el turno de Entre Ríos, donde además de Concepción del Uruguay (72528) hará una escala en (24307). Y eso es en la zona núcleo del país, donde se supone que concita los mayores apoyos. Si la consigna es disputar voto a voto, podría decirse que el infeliz la tomó de manera literal.
Por ahora no está previsto que el retardado lleve su Marcha del #SiSePuede al conurbano bonaerense, donde sus niveles de aceptación, en muchos casos, no llegan al veinte por ciento. En los municipios que gobierna Cambiemos se vieron en los últimos días grotescas escenas de desmarque político.
Salvo Jorge Macri, que no puede despegarse de su propio apellido, no queda un solo jefe comunal que no haya borrado todo rastro de su pertenencia al oficialismo. En Lanús, Néstor Grindetti subió a la web de la municipalidad un instructivo para cortar boleta; en Quilmes Martiniano Molina reparte volantes con la estética del Frente de Todos y su nombre junto a los de Alberto Fernández y CFK; en Pilar Nicolás Ducoté hace campaña con la tijerita al igual que el ex marido de Vidal, Ramiro Tagliaferro, en Morón, Diego Valenzuela en Tres de Febrero, Darío Kubar en General Rodríguez y Julio Garro en La Plata. El principal problema para Macri Blanco Villegas, empero, no es la deserción de los intendentes sino el miedo a que sus fiscales no cuiden los votos el día de la elección.
Fuente: nota de Nicolás Lantos para El Destape web
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