El revuelo causado por el enfrentamiento con la DAIA cayó mal en su corriente ultrareligiosa que justamente busca bajar su participación en la pelea política. El papel del PRO.
El presidente de la AMIA, Agustín Zbar, presentó un pedido de licencia ayer a la madrugada. Según parece en su corriente, el Bloque Unido Religioso, cayó muy mal el lío que se armó con la difusión de la carta a la DAIA. El líder de la corriente, el rabino Samuel Levin, está en contra de la participación en política y alienta el abandono de la querella, pero la difusión pública resultó intolerable porque constituyó lo contrario de lo que se buscaba: una fuerte participación política.
Zbar será reemplazado por el vicepresidente Ariel Eichelbaum. El pedido de licencia -virtual renuncia- obedece a la convulsión que se produjo por la carta reclamándole a la DAIA que desista de la querella contra Cristina Fernández de Kirchner por el Memorándum de Entendimiento con Irán.
Las reacciones fueron básicamente dos: por un lado, hubo malestar porque el tema debió mantenerse con bajo perfil y no provocar una polémica pública, evidenciando la interna en la comunidad judía. Por otro lado, todos los alineados con el régimen fascista de la alianza de derecha Cambiemos, incluyendo los cuadros del oficialismo de la comunidad judía, pusieron el grito en el cielo
Dentro de la corriente religiosa, quien tiene la última palabra es el rabino Levin, nada afecto a la intervención en la política nacional. Terminado el shabat, parece que Levin le hizo saber a Zbar -actualmente en Israel- que resultaba intolerable que se armara semejante escándalo a raíz de la difusión pública de la carta. Esto ya no le dejó margen a Zbar para resistir y por ello, según informa la Agencia Judía de Noticias (AJN), terminó pidiendo licencia a las 2 de la mañana hora argentina.
Con esta movida se alivia la presión sobre la DAIA pero le queda marcada la cancha. Es que el presidente Jorge Knoblovits había convocado a una asamblea para el 6 de mayo en la que se iba a discutir justamente el retiro de la querella en el caso de del Memorándum, expediente en el cual la DAIA auspició la acusación contra Cristina Fernández de Kirchner incluso por traición a la patria.
En la DAIA había quienes insistían en que no debe participarse de la querella, entre otras cosas porque el Memorándum nunca entró en vigencia, era una decisión política votada por el Congreso y no hay antecedentes en el mundo de que la dirigencia de una comunidad judía denuncie penalmente a todo un gobierno. Además, hay cierto temor a que si la causa naufraga -algo que ocurrirá tarde o temprano- habrá fuertes reclamos económicos por calumnias e injurias, daños y perjuicios, por parte de los imputados. Algunos hasta especulaban con que el titular de la Corte Suprema, Carlos Rosenkrantz, íntimamente vinculado con Zbar, le habría adelantado al presidente de la AMIA que el expediente no tiene futuro.
La Casa Rosada puso a todos sus alfiles a trabajar contra Zbar -Waldo Wolf, Patricia Bullrich Luro Pueyrredón, el rabino Sergio Bergman, Claudio Avruj- ya que el macrifascismo necesita seguir con la ex presidenta en el banquillo de los acusados, sea en la causa que sea.
La realidad es que el expediente por la muerte de Nisman se está cayendo a pedazos y lo mismo ocurre con la causa del Memorándum. Aún así, para el oficialismo lo trascendental es que puedan seguir usando estos expedientes -alentados por las derechas de Estados Unidos e Israel- para seguir en campaña.
Fuente: nota de Raúl Kollmann para Página/12
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